ASML Holding N.V. (ASML, Advanced Semiconductor Materials Lithography) es una empresa neerlandesa dedicada a la fabricación de máquinas para la producción de circuitos integrados. Se trata del mayor proveedor del mundo de sistemas de fotolitografía para la industria de los semiconductores. Tiene el 80% del mercado mundial y provee a empresas estadounidenses, taiwanesas, surcoreanas y chinas.
La posición de privilegio casi monopólico le permitió a ASML romper con los criterios de ser parte del llamado mundo occidental, liderado por Washington. Sin embargo, desde el 1 de enero entraron en vigencia normas estadounidenses que hacen más complejo el tablero.
ASML vende a todo el mundo. Nadie pudo frenarla, tampoco competir con ese segmento específico de mercado, clave en la fabricación de los chips que usan desde los aviones de guerra más sofisticados hasta los teléfonos inteligentes más distribuidos entre los jóvenes.
Las acciones de la compañía neerlandesa subieron un 420% en los últimos cinco años. Tiene su sede central en la bucólica ciudad de Veldhoven, de apenas 50.000 habitantes, que está en el sur de Países Bajos y todavía tiene molinos de viento de estilo medieval, campos de tulipanes y grandes vacas lecheras de raza holando.
ASML ocupa el puesto 22 entre las empresas que cotizan en Bolsa en el mundo. Es proveedora de la taiwanesa TSMC, de la coreana Samsung, de la estadounidense Intel y de otras empresas globales.
Las restricciones a la exportación de algunos de sus equipos al mercado chino, exigidas por Estados Unidos al gobierno neerlandés, se cruzan con el mercado como tema geopolítico clave. Washington busca contrarrestar el desarrollo tecnológico de Beijing y los chips son claves.
En esa pugna entre las dos principales economías de la Tierra, la Unión Europea (UE) puede mover algunas fichas. Entre otras cosas, porque la economía de los 27 socios de la UE, en conjunto, tiene una balanza comercial negativa con China.
Estados Unidos bloqueó la venta de sus propias máquinas para la fabricación de semiconductores a China. Washington pide a los gobiernos de sus aliados lo mismo. Lo hace por acuerdos firmados, por presión diplomática y también por un mecanismo que bloquea exportaciones de cualquier país a China si producto que ese país vende tiene al menos una pieza estadounidense.
Ante ese escenario, en 2023, el gobierno neerlandés añadió más productos la limitación de exportar algunos sistemas de fotolitografía a varios clientes chinos de esa compañía. Una de las medidas es bloquear las licencias de ASML en territorio chino a partir del 1 de enero de 2024.
Hasta fin de 2023, las empresas chinas importaron tecnología de chips procedente de Países Bajos por valor de US$ 1.100 millones de dólares, según la agencia Bloomberg. Las restricciones podrán influir en una parte de las ventas de ASML a China este 2024.
“Países Bajos debe respetar la ley”, dijo la entonces ministra de Comercio neerlandesa, Liesje Schreinemacher, en octubre de 2023. Hasta esa fecha, el país había negociado a solas con Estados Unidos, pero la ministra dijo que el asunto “debería abordarse a escala europea y en coordinación con otros estados miembros de la UE”. Eso le daría volumen para intentar flexibilizar las restricciones.
El periodista holandés Marc Hijink, autor del libro Foco: el mundo de ASML, que saldrá a la venta en abril, explica a El País de Madrid que “el uso final de los microprocesadores no puede determinarse con claridad. Países Bajos suele alinearse con Estados Unidos en aspectos como el control exportador en el terreno de los semiconductores, pero como la tecnología más reciente de ASML está a años luz de sus competidores, los políticos podrían haber sido algo más asertivos en sus negociaciones con Washington”.
“¿Cómo?” .se pregunta Hijink-. “A base de cooperar con otros países europeos. Unir fuerzas es la forma de afrontar retos de esta envergadura”. Esta disyuntiva de mantenerse aliado a Estados Unidos, de acuerdo al autor, pone a prueba la necesidad de “políticos capaces de entender el papel de ASML en la economía global. Y esos son escasos”.
En 2023, la compañía facturó € 27.558 millones, un 30% más que en 2022, y tuvo ganancias por € 7.839 millones frente a los € 5.621 millones de 2022. ASML, dice Hijink, “tal vez sea menos conocida para el gran público que otras firmas de origen neerlandés, como Shell o Philips, debido a que no vende tecnología para el consumidor. No obstante, con sus máquinas se fabrican los chips que aparecen en la mayoría de los dispositivos que utilizamos: desde coches y teléfonos a computadoras o ChatGPT”.
En 2023, ASML vendió a China el 29% de sus productos y se convirtió en el segundo cliente por detrás de Taiwán, que importó el 30% mientras que Corea del Sur le compró a la compañía neerlandesa el 24% de sus productos.
Las sanciones pueden afectar a la empresa, pero a su vez, el desarrollo de la inteligencia artificial le abrió un mercado muy grande, y de allí su boom bursátil.
La pregunta es si China podrá comprar en la misma magnitud los chips de ASML este 2024. Peter Wennink, director ejecutivo de la empresa advierte algo clave respecto de las trabas para vender al gigante asiático: “La tecnología es cuestión de tiempo. China puede acelerar su propia industria de fabricación de chips espoleada por la negativa exportadora”. Mientras tanto, necesitarán de políticos dentro de la UE que les permitan flexibilizar los bloqueos de Washington.
(Con información de agencias)