En 2019, la escritora brasileña Duda Riedel, de 27 años, trabajaba como vendedora en una tienda de ropa en Río de Janeiro. El cansancio constante y el dolor en las piernas que sentía, lo atribuía a las horas que pasaba de pie en el trabajo.
Días después de sentir un cansancio excesivo, se sobresaltó al despertar y ver manchas de sangre en su almohada. Al identificar que le habían salido de la encía, buscó a un dentista.
“El profesional dijo que necesitaba hacerme una limpieza dental. Lo hice, dijo que todo estaba bien y me fui a casa”, recuerda.
Sin embargo, los síntomas no pararon ahí. Entonces, la escritora comenzó a sentir dolores de cabeza y a tener congestión y secreción nasal, lo que, según le dijeron los médicos, indicaba que tenía sinusitis.
Con un dolor cada vez más intenso, buscó dos veces la sala de emergencias del hospital que atendía su seguro médico.
“En el hospital el médico dijo que tenía sinusitis, me recetó un jarabe y regresé a casa. Así fue las dos veces: me recetaron un medicamento y me dieron de alta. Nunca me pidieron un análisis de sangre”.
De la sinusitis a la leucemia
Diagnosticada con sinusitis, Duda siguió el tratamiento indicado por el médico con jarabes y volvió a su rutina, incluidas las salidas con amigos. Unas semanas más tarde, un moretón en su pierna le llamó la atención, ya que no recordaba haberse topado con él anteriormente.
Dos días después, sola en su apartamento, comenzó a sentirse mal y tuvo que ser llevada de urgencia al hospital.
“Entonces empezó el terror, porque vomité sangre y eso me asustó mucho. Tanto que corrí al hospital, donde me pusieron suero y me pidieron un análisis de sangre. Cuando la médica vio que estaba sola, se asustó, dijo que yo estaba enferma, pero todavía no sabían qué era y me pidieron que llamara a alguien para que me acompañara”, relata Duda.
Con la familia viviendo lejos, le pidió a un amigo que fuera al hospital y se quedara como acompañante.
La primera sospecha de los médicos fue que Duda podría tener una hemorragia interna, ya que su examen había indicado que tenía solo 45.000 plaquetas, un número muy por debajo de lo que se considera normal (150 a 400.000 por microlitro de sangre).
Los expertos solicitaron entonces que se le realizara una endoscopia, pero el resultado fue negativo por sospecha de hemorragia.
“Me metieron en una habitación y me dejaron allí. Pero como ya me sentía bien, me quise ir, estaba cansada de quedarme en el hospital y comencé a quitarme las vías que tenía en la mano. Fue entonces cuando una enfermera lo vio y me dijo: ‘cuidado niña, la leucemia mata‘. Entré en pánico, porque hasta ese momento ningún médico me había hablado de la leucemia”, recuerda Duda.
Confundida por el supuesto diagnóstico de leucemia y la falta de información de los médicos, salió del hospital y se fue a su casa. Horas después buscó atención en otro hospital de la ciudad, donde fue ingresada de inmediato.
A la mañana siguiente, su familia ya había viajado de Fortaleza a Río de Janeiro para acompañarla en la institución de salud para tratar lo que le diagnosticaron como cáncer de sangre.
Trasplante de médula ósea
Inicialmente, Duda se sometió a tres ciclos de quimioterapia, pero debido a la gravedad de la enfermedad, la leucemia mieloide aguda, los médicos dijeron que era necesario un trasplante de médula ósea.
Ningún familiar de la escritora era 100% compatible con ella, los hermanos solo lo eran al 50%. Por lo tanto, fue necesario buscar un donante en el Registro Nacional de Donantes de Médula Ósea brasileño.
“Fueron seis meses de búsqueda, espera y mucha ansiedad hasta que encontramos un donante compatible. En noviembre de 2019 tuve mi ansiado trasplante y renací. Hoy celebro dos cumpleaños, el de mi nacimiento y el de mi trasplante”.
Curada de la enfermedad, Duda se somete a un seguimiento médico anual con un equipo multidisciplinario para asegurarse de que todo esté bien con su salud.
¿Qué es la leucemia y cuáles son los síntomas?
Leucemia es el nombre que recibe la enfermedad maligna que afecta a los leucocitos, células de la sangre y de la médula ósea encargadas de defender nuestro organismo. Estas células enfermas se acumulan en la médula ósea, reemplazando a las células sanas.
Hay varios tipos de leucemia: linfoide o mieloide, aguda o crónica. Y hay cuatro tipos principales: leucemias mieloides agudas (AML), leucemias linfocíticas agudas (ALL), leucemia mieloide crónica (CML) y leucemia linfocítica crónica (CLL).
“Las células leucémicas pueden ser muy inmaduras, como resultado del bloqueo de la diferenciación celular (un proceso que transforma y especializa la célula en una función), y en este caso las células no pueden realizar ninguna de las funciones de las células sanguíneas normales. En este caso, llamamos leucemias de enfermedades agudas”, explica Eduardo Rego, médico coordinador del Servicio de Leucemias Agudas del Icesp (Instituto del Cáncer del Estado de São Paulo).
“Cuando algunas alteraciones genéticas bloquean parcialmente la diferenciación y las células leucémicas mantienen el aspecto y algunas funciones de las células sanguíneas normales, lo llamamos leucemias crónicas”.
Con el funcionamiento “incorrecto” de las células comienzan a aparecer algunos síntomas. Se deben principalmente a la sustitución de la médula ósea normal por células leucémicas, lo que provoca una disminución de los glóbulos rojos.
“Los principales síntomas de la leucemia son anemia, palidez, cansancio, palpitaciones, disminución de la inmunidad y mayor predisposición a infecciones, con fiebre, malestar general, disminución de plaquetas, aumento de la probabilidad de sangrado y aparición de manchas moradas en el cuerpo. La acumulación de células enfermas también puede provocar un agrandamiento del bazo”, explica Iara Zapparoli Gonçalves, coordinadora adjunta del departamento de hematología del Hospital de Amor de Barretos.
El tratamiento para la leucemia depende del tipo y en qué etapa se descubre la enfermedad. Puede implicar quimioterapia, inmunoterapia, radioterapia, trasplante de médula ósea o una combinación de diferentes tratamientos.
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