Los alumnos que van a la escuela en el turno de la mañana tienen un mayor riesgo de sufrir problemas de sueño que los que van a la escuela en el turno de la tarde. Así lo demuestra la primera caracterización de los patrones de sueño de los niños uruguayos que encabezó el grupo de Cronobiología de la Universidad de la República.

Según los investigadores, el sueño saludable se define por la combinación de una duración adecuada, buena calidad y un horario regular. Esa combinación se asocia a una mejor calidad de vida. No solo en el “sentir”, sino también en el “hacer” (porque, por ejemplo, mientras dormimos es cuando fijamos la memoria). Y si bien en promedio los niños uruguayos demostraron un cronotipo bastante tardío –con el momento medio del sueño sobre las 04:00–, una desalineación moderada (alrededor de una hora) y sueño adecuado, cuando se cruzan esos datos con el horario de entrada a la escuela salen a la superficie algunas diferencias fundamentales.

De acuerdo a los investigadores, el cronotipo y el sueño son más tempranos en los niños del turno escolar de la mañana que en los niños del turno escolar de la tarde. Los primeros tienen una desalineación más fuerte, un sueño más corto en los días escolares, un mayor riesgo de déficit crónico de sueño y desalineación circadiana no saludable que los niños del turno de tarde.

Según el estudio –que toma los datos de Encuesta de Nutrición, Desarrollo Infantil y Salud de niños entre 5 y 10 años– un porcentaje considerable de niños no alcanzó el nivel recomendado mínimo de 9 horas de sueño, ya sea en días escolares, en los fines de semana o en ambos y la mayoría pertenecían al turno de mañana.

“Esta evidencia apunta a la necesidad de evaluar políticas para reorganizar los horarios de inicio de clases para prevenir los efectos negativos que la escolarización temprana parece tener sobre la salud del sueño de los niños, que hasta ahora se ha descuidado”, describe la publicación de los resultados del estudio llevado adelante por Andrés Olivera, Ignacio Estevan, Bettina Tassino, Cecilia Rossel y Ana Silva.

Es decir: que los horarios de la escolarización se adapten al ritmo biológico de los niños y no a las necesidades del mundo adulto.  

Cronotipos: más búhos que alondras

La cronobiología, entendida como la disciplina que estudia los eventos biológicos en relación con el tiempo, clasifica a las personas entre  alondras o búhos. Mientras las primeras son de levantarse muy temprano, las segunda son más nocturnas.

En términos generales, los niños tienden a ser tempraneros en los primeros años de vida y en la adolescencia pasan a ser más tardíos. Y medida que las personas van envejeciendo se vuelven más tempraneros hacia la vejez.

Sin embargo no se puede caer en la generalización: los cronotipos dependen de factores genéticos y ambientales. Y además de los rasgos individuales, existen factores externos que también contribuyen al horario y la duración inadecuados del sueño en los niños.

Si bien el momento medio del sueño se da en promedio sobre las 04:00, los investigadores encontraron diferencias en los parámetros cronobiológicos y de sueño entre los niños que asisten al turno escolar de la mañana y el de la tarde.

El punto medio del sueño resultó significativamente más temprano entre los niños que van a la escuela en la mañana, que se da en el entorno de las 03:30 de la madrugada, respecto a los que van a la tarde, entre los que se ubica sobre las 04:30.

En tanto, los niños que tienen un cronotopo tardío y asisten al turno de mañana mostraron un mayor porcentaje de déficit de sueño y desalineación de ritmos circadianos no saludables.

Factores culturales

Según la publicación, los niños uruguayos tienden a dormir más tarde que los japoneses y suizos, pero no más tarde que los portugueses o los españoles. En línea con esto, el promedio de los valores de desalineación circadiana y la duración del sueño también son comparables a otras poblaciones relacionadas culturalmente.

Algunos rasgos –como el horario de inicio de clases, las horas en las que comemos la cena y las horas de exposición a las pantallas– impactan en las preferencias circadianas en la vida temprana y salud del sueño. Pero por otro lado –explican– están estrechamente vinculados a características de los contextos socioculturales y tienen influencias predecibles en los patrones de sueño al rededor del mundo.

Los resultados de la investigación apuntan, según los especialistas, al “riesgo potencial para la salud, especialmente para los niños que tienen a dormir tarde, de asistir a la escuela por la mañana”, que es el horario de clases en la formación primaria que se ha generalizado a nivel mundial.

“Nuestros resultados exigen priorizar las políticas de salud del sueño en la infancia y para el desarrollo de intervenciones adaptadas a las necesidades culturales y factores socioecológicos que influyen en la salud del sueño, siendo el niño el centro, rodeado de los padres y la comunidad y el contexto social y ambiental”, sostiene el estudio.

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