El primer paso para adentrarse en el universo de las inversiones es comprender qué es lo que se quiere lograr, cuáles son los objetivos y en qué plazos se quieren alcanzar esas metas.
Con la ayuda de un asesor financiero, el siguiente paso es ver en cuánto tiempo se pueden lograr los objetivos: a corto, mediano o largo plazo. Para lograr las metas con un horizonte de inversión de corto plazo, la clave es invertir de manera segura, en instrumentos menos arriesgados, ya que vamos a tener menos tiempo para reponernos en caso de que se necesite el dinero con urgencia.
En cambio, con objetivos a largo plazo podemos optar por instrumentos con más riesgo, los cuales van a darnos una mayor rentabilidad. A mayor riesgo, es mayor la potencial ganancia que podemos obtener, así como también la pérdida. Por su parte, a menor riesgo, debemos tener claro que la rentabilidad que se puede generar será menor, así como también son más escasas las posibilidades que tenemos de perder.
Los objetivos y las limitaciones a la hora de invertir evolucionan con el tiempo ya que no es lo mismo lo que buscamos a los 20 años, con los objetivos que tratamos de alcanzar a los 40 o a los 60 años. Algunas personas quieren lograr un retorno anual especifico, mientras que otros quieren asumir el menor riesgo posible. Las limitaciones al momento de invertir tienen que ver con la liquidez (la capacidad del activo por la cual es posible su transformación inmediata en efectivo), el horizonte temporal, aspectos fiscales o legales, y circunstancias personales como temas familiares o de salud.
Otro paso a identificar junto con el asesor financiero, es el perfil del inversor. Esto es clave, sobre todo para que el asesor pueda brindar alternativas de inversión y elaborar un portafolio a medida para lograr los objetivos. Existen tres perfiles de inversor: conservador, moderado y agresivo.
Una persona no debería tener un único perfil inversor a lo largo de toda su vida, sino que se supone que debería ir atravesando por diferentes etapas financieras, las cuales están correlacionadas con el paso del tiempo y a grandes rasgos se pueden clasificar en estas etapas: educación, primeros pasos laborales, desarrollo de la carrera, “techo” de la carrera, pre-retiro y retiro.
Balanz
Al determinar en qué etapa de la vida nos encontramos y el perfil acorde al riesgo que se quiere asumir, es momento de ver en qué instrumentos se puede invertir.
Para comenzar a dar los primeros pasos en el mundo de las inversiones, los principales instrumentos son:
Letras de regulación monetaria: Son instrumentos de deuda, emitidos por el Banco Central a diferentes plazos (30, 90, 180 días pero también hasta un año). Se emiten a una tasa de descuento, por lo que la ganancia se deduce de la diferencia entre el precio de compra y lo que recibe al vencimiento al 100% del valor. Es decir, el inversor “le presta dinero” al Banco Central a cambio de la devolución de su dinero en un plazo preestablecido con un interés adicional.
Notas del tesoro en unidades indexadas (UI): Son emitidas por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y tienen plazos más largos. El inversor le otorga un “préstamo” al MEF a cambio de una tasa de interés anual que se indexa por un factor que toma en cuenta la inflación y permite ganar un rendimiento real por encima de la inflación.
Treasury bills: Son bonos del tesoro americano, con un retorno cercano al 5% anual en dólares y prácticamente no tienen riesgo.
Bonos: Es otro instrumento muy utilizado para garantizarnos un retorno fijo. Son títulos de deuda que utilizan las empresas y los países para financiarse. Tienen un vencimiento que es la fecha de devolución del capital que un inversor prestó. Durante los años que dura el préstamo, el inversor recibe una tasa de interés fija fijada el primer día en el que el bono comienza a funcionar.
En cuanto el inversor vaya ganando experiencia, puede comenzar a hacerlo en renta variable, instrumentos en los que la ganancia varía en el tiempo y no dan un retorno fijo como sí ocurre con los bonos, por ejemplo. Existen diversos instrumentos para invertir en renta variable:
Acciones: Comprar una acción de una empresa, significa tener una participación en su propiedad. Se pueden comprar acciones únicamente de empresas que sean públicas y que coticen en un índice accionario tales como: Apple, Microsoft, Google, Meta, Tesla, Nvidia, Amazon, entre otras.
ETFs: Los exchange traded funds (ETF, por fondos cotizados en bolsa) brindan la posibilidad de invertir de manera diversificada. Al invertir en un ETF, la persona está comprando una canasta de acciones que replican el comportamiento de un índice, como por ejemplo el Standard & Poor 500 (S&P 500) que posee a las 500 empresas de mayor capitalización de Estados Unidos. De esta manera, se está comprando un activo que cotiza como una acción y su gestión es pasiva ya que no asume riesgos más allá de replicar el índice.
Fondos mutuales: A través de ellos se puede acceder diferentes canastas de activos, pero comprando un solo producto. Estos fondos tienen un precio único diario que se otorga al final del día del mercado. Tienen una gestión activa, dado que tratande vencer en rendimiento al índice que replican y debido a ello, las gestoras de fondos cobran gastos operativos y de gestión de la cartera.
La inversión en renta variable dependerá del riesgo que quiera asumir el inversor. Si desea más riesgo y confía en empresas puntuales, lo mejor es invertir en acciones individuales. Si prefiere seguir un índice diversificado sin asumir grandes costos, la recomendación va por el lado de los ETFs. Por último, si la idea es invertir de manera diversificada pero tomando riesgos, el procedimiento ideal serían los fondos mutuales. Tanto a través de los ETFs como en los fondos mutuales, se puede invertir en múltiples categorías: por industria, región geográfica, índices, materias primas, divisas, renta fija, entre otras
Por otra parte, es importante tener en cuenta que las emociones y otros factores psicológico tienen incidencia al momento de invertir. Por ese motivo, conceptos como aversión a la pérdida, exceso de confianza, ignorar o subestimar el riesgo son algunos de los sesgos que presentan los inversores y en los que es clave profundizar para poder lograr las metas financieras.
Por todo esto, para iniciar y recorrer el camino en el mundo de las inversiones es necesario contar con la ayuda y acompañamiento de profesionales. Desde Balanz, los inversores pueden abrir su cuenta y contar, desde el momento inicial, con un asesor financiero que los acompañe en este recorrido. Obtener orientación para responder a las preguntas sobre plazos de inversión, objetivos, perfiles e instrumentos, es lo que nos va a permitir tomar decisiones más informadas.