Alexey López, un cardiólogo de 59 años que trabaja en un importante hospital de La Habana, duerme “un poquito más tranquilo” desde que recibió en febrero los estímulos salariales otorgados por el gobierno para tratar de retener a los trabajadores de la salud.
Este especialista, que atiende a pacientes de terapia intensiva, es uno de los más de 400.000 médicos, enfermeros y técnicos que empezaron a beneficiarse de estos incrementos de ingresos desde el inicio de 2024.
Los beneficios son por guardias nocturnas y de fines de semana, así como por antigüedad, por trabajar en servicios especializados o de riesgo y por asumir mayores cargas de trabajo ante la falta de personal.
Esto “ayuda sobre todo a dormir un poquito más tranquilo, que era lo que habíamos perdido, el sueño, sacando cuentas de lo que hay que comprar” para poder enfrentar la carestía de la vida cotidiana, dice López a AFP, en la sala de cuidados intensivos del hospital Calixto García, uno de los más prestigiados de la isla.
Los ingresos mensuales de este cardiólogo pasaron de 6.500 pesos cubanos a 17.000, equivalentes a US$ 54 y US$ 141 dólares respectivamente, según la cotización oficial, pero son US$ 21 y US$ 56 dólares si se toma en cuenta el valor de la divisa en el mercado negro, que marca los precios en las calles de Cuba.
El viceministro de Salud, Luis Fernando Navarro, explicó a la AFP que esta medida pretende “el mejoramiento integral de las condiciones de vida de los trabajadores”.
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Costo de la vida
Sin embargo para Amanda, una fisioterapeuta de 48 años que pide el anonimato, son insuficientes los 1.400 pesos que recibió sobre los 4.000 que ganaba mensualmente y dice que tendrá “que buscar otras opciones que generen ingresos” para sobrevivir.
En medio de una escalada inflacionaria desde 2021, cuando el gobierno aplicó una reforma monetaria que no tuvo los resultados esperados, un paquete de huevos puede costar hasta 3.000 pesos cubanos, a modo de ejemplo.
El viceministro de Salud admite que “quizá este aumento no sea lo que demande el costo actual de la vida en Cuba” por el incremento “permanentemente” de precios, pero subraya que el gobierno ha hecho un esfuerzo para destinar a la salud el 26% del gasto público en 2024.
La salud es el segundo sector laboral más grande de Cuba después del magisterio, también beneficiado con aumentos salariales.
Entre 2022 y 2023 más de 40.000 trabajadores de la salud abandonaron la profesión para tomar otros trabajos mejor remunerados, o emigraron, en medio del éxodo que afecta a la isla, según cifras del Ministerio de Salud.
Con estos estímulos, las autoridades dieron un respiro a médicos y maestros, los dos “pilares” de la revolución, antes de implementar una batería de dolorosas medidas económicas anunciadas para este 2024, entre las que está el incremento de 500% al precio del combustible.
La prevención sigue siendo el principal activo del sistema de salud cubano universal y gratuito, con 89 médicos por cada 10.000 habitantes, y una amplia red de clínicas y consultorios por barrio.
Según la Organización Mundial de la Salud, en 2021 Francia tenía 33 médicos por cada 10.000 habitantes y Estados Unidos 35.
El viceministro reconoce que hay médicos “para garantizar que el 100%” de los consultorios de barrio funcionen, pero “no así en la atención secundaria” en hospitales de especialidades “y la atención terciaria” en centros para patologías complejas y de alta tecnología.
El recrudecimiento del embargo de Estados Unidos contra la isla, las debilidades estructurales internas de la economía cubana, las limitaciones de financiamiento y el encarecimiento de insumos en el mercado internacional “han provocado que el sistema (de salud) trabaje en condiciones de mucha tensión”, añade.
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¿Quién más?
Entre viejos monitores de cardiología y camas inadecuadas para pacientes graves, López lamenta la menor presencia de médicos y enfermeros.
“El impacto económico del país hoy lo hemos sufrido en equipos médicos, insumos, material gastable (descartable) y en medicamentos”, agrega el cardiólogo.
Algunas veces los médicos tienen que comprar sus propios estetoscopios y otras herramientas de trabajo. En esta área de terapia intensiva faltan sondas nasogástricas y vesicales, jeringuillas e insumos desechables inexistentes en el país.
López niega que le haya “pasado por la cabeza” emigrar, pero asegura que le gustaría que estos estímulos se aplicaran directamente al salario del personal médico para evitar perderlos en su jubilación o al tomarse vacaciones.
“Conozco muchos compañeros que se han ido y hoy todavía estas medidas no los estimulan a regresar”, sostiene antes de revisar a un paciente.
“¿Si no lo merecen ellos, quién lo va a merecer? ¡Son los mejores!”, afirma Francisco Morín, de 75 años, con unos electrodos pegados al pecho.
(Leticia Pineda / AFP)