En dos años al menos 533.000 cubanos llegaron a Estados Unidos, una cifra equivalente al 4,8% de los 11,1 millones de habitantes, según cifras que acaba de difundir el servicio de migraciones norteamericano.
El éxodo, sin precedentes desde el inicio de la Revolución en 1959, está motivada por la grave crisis económica de la isla, sometida al boicot económico norteamericano y sin solución de continuidad tras la desaparición de la asistencia soviética en los años 90.
Más recientemente, por el desplome del turismo internacional a causa de la pandemia agravó la condiciones de vida en la isla.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos dio a conocer el sábado que en 2023 registró más de 153.000 entradas irregulares de cubanos a su país.
Otros 67.000 volaron directamente a territorio estadounidense gracias al programa conocido como Parole, implementado hace un año por la administración de Joe Biden.
Aunado a los más de 313.000 que ingresaron sin papeles en 2022, esto “representa el mayor número de migrantes cubanos jamás registrado en dos años corridos desde el comienzo del éxodo cubano posrevolucionario en 1959”, aaeguró Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida.
A esta ola migratoria solo le preceden la del Mariel, en la década de 1980 cuando 130.000 cubanos partieron, seguida por los “balseros” en 1994 con 35.000 y la huida por razones políticas entre 1960 y 1963 de 300.000 al principio de la revolución.
En estos dos años se han ido “muchos jóvenes con niveles educativos y ocupacionales elevados”, lo que “representa una pérdida sustancial de recursos humanos” para Cuba, que tiene una de las poblaciones más envejecidas de la región, agrega Duany.
América Latina y Europa también son destino de decenas de miles de cubanos, sin embargo, no hay una cifra oficial global.
Por ejemplo, 36.574 cubanos pidieron refugio en México entre 2022 y 2023, mientras que al menos 22.000 ingresaron a Uruguay y cientos llegaron a Chile, según cifras oficiales de estos tres países consultadas por AFP.
Esto, sin contar las entradas con otros tipos de visas sobre las cuales no hay cifras oficiales disponibles.
El caso de Elsa
Elsa se resistió a dejar Cuba, hasta que se le cerraron las oportunidades y decidió sumarse en 2023 al éxodo de cubanos, que en dos años alcanzó niveles récord.
En medio de una galopante inflación, así como del desplome de la producción agrícola y de una lenta recuperación del turismo en su país, la joven de 30 años partió en agosto desilusionada por el rápido deterioro de la situación económica.
“Era muy difícil resolver y saciar las necesidades básicas, no había de nada, el tema de los apagones era insoportable y el de la comida, el precio del dólar” subía sin parar, declaró a AFP la mujer, quie llegó en noviembre a Miami para convertirse en comerciante independiente.
Como muchos de sus compatriotas, Elsa voló a Managua y desde ahí recorrió un riesgoso camino de unos 3.000 km hasta llegar a la frontera de Estados Unidos.
Radibel Peña, un carpintero de 28 años voló en abril desde La Habana hacia Georgetown, en Guyana, que no exige visa a los cubanos. Después recorrió Brasil y pasó a Bolivia, desde donde ingresó ilegalmente a Chile en mayo.
“Aquí hay de todo. Uno, trabajando dignamente, vive bien”, dij en la portuaria Valparais, donde consiguió empleo en la construcción pese a no contar aún con documentos migratorios.
La salida masiva se inició en noviembre de 2021, cuando Nicaragua, un aliado de Cuba, eliminó el requisito de visa para cubanos. Una válvula de escape para la isla sumida en su peor crisis económica en tres décadas.
En 2023 se disparó también un inusual tráfico de vuelos subarrendados cargados de migrantes cubanos hacia Managua, un fenómeno que llevó a Washington a sancionar en noviembre a estas empresas aéreas.
En Europa, España es uno de los destinos favoritos de los isleños, en especial luego de la aprobación en 2022 de la llamada ley de nietos, que permite obtener la nacionalidad a descendientes de españoles.
Marco Antonio Nápoles Álvarez, un mesero de 24 años de la provincia de Holguín, espera viajar a Madrid en marzo con su hermana, tras obtener su pasaporte español.
“Tenemos pensado instalarnos allá a ver si nos va bien”, dice a la salida de la embajada con el pasaporte español en la mano.
En tanto, Raúl Bonachea, un dramaturgo de 35 años, se quedó en Madrid en septiembre con una visa de residencia artística.
“Fue la oportunidad que tuve para salir”, dice a la AFP, quejándose de que en la isla debía tener hasta seis trabajos para cubrir los gastos básicos y decepcionado por la “intolerancia” en su país gobernado por el Partido Comunista de Cuba (PCC, único).
Dice que fue censurada su obra “Ifigenia”, un clásico que él reinterpretó con el tema de la migración.
(Con información de AFP)