Nos costó medio año terminar la peor sequía recordada, que había empezado de a poco hacía tres años. Para colmo, China con sus problemas domésticos tropezó y cayeron sus precios de importación, justo cuando los productores estaban castigados por el clima. Y, tras cartón, los precios de adentro cayeron mucho más que los de afuera, lo que prende una luz de alerta.
En vez de preocuparse mucho por cuantas plantas pertenecen a cuantas empresas, es más importante nivelar la cancha para que esas zafras de caídas de precios en momentos de debilidad de los productores se eviten o atenúen mucho para siempre; hay maneras de hacerlo.
Por ejemplo, en Estados Unidos los frigoríficos no pueden ser dueños de feedlots, justamente para no manipular el mercado matando lo propio a costo cuando los precios suben y faenando lo ajeno cuando bajan.
También hay espacio para simplificar la exportación en pie, incluso de la hacienda gorda, mediante gatillos de liberación rápida de permisos si los precios de adentro se desalinean con los de afuera.
Cada sector debe ganar bien, pero no a costa de los demás sectores, para eso están las normas de defensa de todos, desde consumidores hasta productores.
La situación del zorrito suelto en el gallinero, que sucede tanto en Uruguay, debe ser combatida frontalmente en todos los sectores.
Este año también trajo un notable despertar en temas ambientales, de creciente importancia.
Uruguay avanzó bien en ligar servicio de deuda externa con ambiente, pero falló al marcar objetivos a alcanzar.
En esto falta convocar a los más expertos en temas ambientales del agro, para ayudar a los más expertos en temas financieros del Estado.
Uruguay tiene una posición ambiental notable que hay que hacer valer: cambió su matriz energética a 100% renovable (logro rarísimo en el mundo); cuidó sus montes nativos que no solamente no retrocedieron sino que se expandieron cuando la gran batalla ambiental del mundo es frenar la deforestación; y, además, forestó comercialmente un millón de hectáreas que capturan carbono en importantes cantidades.
Todos estos son activos ambientales del país que debemos poner sobre la mesa en cualquier negociación internacional.
Además, nuestra ganadería a pasto es fijadora neta de carbono, aun considerando incorrectamente las emisiones de metano como se ha hecho hasta ahora.
El metano producido por los vacunos en su proceso de digestión de los vegetales y liberado a lo largo del intestino se crea a partir de CO2 existente en el aire, a diferencia del metano emitido por ejemplo por un pozo petrolero, y luego de 10 a 12 años vuelve a transformarse en CO2.
O sea que si el rodeo vacuno no aumenta, no hay aumento de gases de efecto invernadero como sí lo hay en forma permanente en el caso del pozo de petróleo.
Aun con estos errores de estimación, la ganadería a pasto con buenas prácticas es fijadora neta de carbono medido en CO2 equivalente y eso es un hecho probado y certificable en forma independiente, un gran activo para el país tanto en el plano ambiental como comercial o financiero.
Me parece necesario alinear las acciones del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) para perfeccionar estas mediciones tan decisivas para nuestra ganadería con el accionar del Instituto Nacional de Carnes (INAC) en el manejo de los objetivos de la producción nacional ganadera y la promoción de nuestras carnes en el exterior y con el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en cuanto a su equipo profesional de manejo de la deuda externa, no puede haber divorcios en esto….. es el mismo país.
La clave de la fijación de objetivos nacionales, por ejemplo de emisión de metano, es hacerlo por unidad de producto obtenido y no como emisión total del país.
Si en algún ámbito es inevitable la negociación por totales del país, entonces se debe jugar la carta de ajustar la línea de base sobre la cual se medirá el futuro con base en los valiosos activos ambientales logrados y demostrables por el país.
Pero dar por muertos los logros ambientales que la mayoría de los demás países que exigen normas más duras en materia ambiental no tienen y autoimponerse objetivos exigentes en emisiones totales implica, para cumplir, tener que frenar el crecimiento de la producción local en cientos de millones de dólares a cambio de unos pocos millones de dólares de ahorro de intereses de esas emisiones de bonos verdes.
Este es un tema a corregir para 2024, sentando a la mesa adentro del país al INAC, al INIA, a expertos reconocidos y al Ministerio de Economía, antes de salir a negociar afuera objetivos del país.