Martín tenía cinco años cuando su papá, Guillermo, lo llevaba a Punta del Este en una travesía en la que padre e hijo viajaban desde Montevideo a dirigir obras en construcción. Para ese niño todo era disfrute: el paseo, el restaurante que solo visitaba en esos viajes de fin de semana y la arquitectura que compartían como una pasión. “Siempre dije que quería ser arquitecto”, recuerda en entrevista con El Observador.
Ahora, habiendo convivido con inevitables fracasos y grandes éxitos es uno de los mayores referentes de la arquitectura en Uruguay y en este intercambio habla acerca de las ciudades del futuro, la importancia del espacio público, las particularidades de Montevideo y un futuro de flexibilidad donde, quizás, se compren metros cúbicos y no más metros cuadrados.
Esos temas y más en la entrevista que el director del estudio de arquitectura y urbanismo, Martín Gómez Platero, mantuvo en este ciclo de Líderes.
¿La arquitectura llegó a usted por herencia o por elección?
Sin duda debe ser una mezcla de las dos, pero la influencia de mi padre tiene que haber sido importante. Mi padre era un arquitecto excelente, no solo profesionalmente, sino humanamente. Ha hecho obras, sobre todo en Punta del Este, que tienen 50 años y siguen más vigentes que nunca y con un nivel espectacular.
Yo de muy chico, a los cinco o seis años, lo acompañaba a esas obras a Punta del Este. Él trabajaba mucho, llegaba tarde a casa, entonces entre semana lo veía poco y la oportunidad de estar con él era acompañarlo los sábados a Punta del Este cuando iba a dirigir esas obras.
De ahí me quedó una influencia grande de algo de lo cual nunca tuve dudas: siempre dije que quería ser arquitecto.
Estudió, se formó e hizo de la crisis una oportunidad. ¿Cómo fue el comienzo de su estudio?
Me recibí en la Universidad de la República, la formación de la UdelaR fue espectacular y sin dudas le debo mucho. Cuando me recibo voy a hacer un posgrado a Estados Unidos en Administración de Empresas porque entendía que algo que fuera más de tres personas ya es una empresa y ahí sí me faltaba formación y me sirvió muchísimo, vi una dimensión que no conocía en muchos aspectos.
Vuelvo y en el año 96 ingreso como socio minoritario en el estudio que tenía mi padre con los arquitectos Cohe y Alberti como asociados a él.
Yo venía desde Estados Unidos con muchas ganas de trabajar en el exterior además de Uruguay, había ido a congresos, repartía tarjetas, pero fracasé con total éxito.
Ahí viene esa crisis durísima para el Río de la Plata que fue la de 2001- 2002. Estábamos fundidos, no teníamos trabajo, mi padre ya tenía 80 años y prácticamente no trabajaba, entonces le plantee que quería armar mi propio estudio, tenía excelente relación con sus socios pero que había un tema generacional; yo quería abrir mi camino solo. Mi padre estuvo totalmente de acuerdo.
Lo sume porque él no trabajaba pero le encantaba darse una vuelta por el estudio y en ese momento se disuelve el estudio que tenía mi padre con Cohe y Alberti y conmigo y armo el estudio Gómez Platero.
El nombre no es casualidad, Gómez Platero era un nombre prestigioso en la arquitectura y además no quería poner mi nombre porque entiendo que la arquitectura es una disciplina colectiva y no individual. En cada proyecto que hacemos aclaro que yo soy el director del estudio de arquitectura que lo lleva adelante, los arquitectos somos muchos.
¿Cómo pasó de estar fundido en 2002 al estudio que tiene hoy en día con más de 200 arquitectos?
Siempre hay que hacer las cosas bien, pero yo creo en la suerte también y yo soy alguien que, por lo general, tengo suerte. Soy muy optimista, creo en esas cosas.
En pleno 2002 ya se había terminado esa etapa con los socios de mi padre y se había fundado el estudio Gómez Platero. Me llama el contador Carlos Lecueder para decirme que lo habían venido a ver desde Ecuador los que tenían la concesión de una terminal de ómnibus en Guayaquil y habían enviado a su gerente general a recorrer terminales de ómnibus exitosas en América Latina. Tres Cruces es un ejemplo muy exitoso en la región de terminal de ómnibus y shopping entonces lo habían visto.
Hablan con Lecueder y le dicen que iban a hacer un concurso internacional de arquitectura para remodelar esa terminal y él les recomienda nuestro estudio y un estudio argentino muy bueno que hacía centros comerciales.
Recuerdo que él incluso dudaba de si era gente seria, pero para mí era la primera luz que se prendía al final del túnel, no podía dejarla pasar y fui a verlos.
Me dijeron que era un concurso y les comenté que tenía que ir a Guayaquil a ver la terminal y ellos se negaron a pagar nada hasta que adjudicaran al ganador del concurso. Así que volví al estudio convencido de que tenía que ir a Guayaquil aunque era muy complicado llegar, era caro el pasaje y para nosotros todo era caro porque no teníamos un peso.
Pero fui y ahí conocí al presidente de la terminal de ómnibus que era un muy buen tipo, hice muy buena relación con él. Tuvimos la suerte de ganar el concurso y trabajamos del 2002 al 2007 en ese proyecto.Eso me permitió tener trabajo cuando acá casi nadie tenía trabajo y con eso pude traerme a los mejores de mi generación a trabajar conmigo.
Esa fue la primera obra en el exterior, este cliente en Ecuador se llama Guillermo Lasso, fue presidente de Ecuador hasta hace un año y le debo mucho en mi carrera, lo mismo que a Carlos Lecueder; ambos confiaron en mí y fueron clave para nuestro desarrollo internacionalmente. Hay que tener buena memoria y ser agradecido.
Inés Guimaraens
¿Qué tan relevante es el trabajo en equipo en su estudio?
Cuando logré ese contrato fui a una conferencia de Enrique Baliño en la que hablaba sobre cómo trabajar afuera y me pareció espectacular. Cuando termina la charla, lo atajo cuando baja del escenario y le digo que estoy lleno de ideas pero no sé cómo bajarlas a tierra. Yo creo que le di lástima y aunque nunca había asesorado a un estudio de arquitectura, me ayudó.
Me asesora desde ese día, empezó a venir una vez por semana y me cobraba dos pesos por venir dos horas a charlar conmigo.
Me dijo algunas cosas bastante obvias pero que a mí me hicieron mucho bien y me ayudaron mucho en mi carrera, una es “soñá con el estudio ideal que querés tener en tu vida”. Yo le respondo: un estudio con 70 arquitectos y que trabaje para el mundo. Y él me dice: “Para lograr eso tenés que tener un estudio 10 puntos. Si vos sos un arquitecto 10 puntos, pero tu equipo es 5 puntos, tu estudio va a ser 5 puntos. En cambio, si vos sos un arquitecto 7 puntos y tu equipo es 10 puntos, podés tener un estudio 10 puntos. Por lo tanto a partir de ahora contratá a toda gente mejor que vos”. Eso que parece obvio muchas veces no se da en las empresas. Fue un clic para mí, hice eso y me fue bastante bien. La gente que trabaja conmigo es muy buena, puede trabajar en cualquier estudio del mundo. La fortaleza del estudio Gómez Platero no es Martín Gómez Platero, sino que es un equipo impresionante de gente que trabaja conmigo.
Están trabajando en diferentes proyectos de ciudades inteligentes, entre ellas, +Colonia en Uruguay. ¿Cómo es proyectar una ciudad para el futuro?
Yo cambio un poco el enfoque de ciudad inteligente. En pleno siglo XXI donde en los próximos cinco años capaz que hay más cambios que en los últimos 50, que la tecnología avanza a pasos impresionantes y a una velocidad brutal, con la inteligencia artificial y demás, doy por sentado que toda ciudad que estamos proyectando tiene que tener la flexibilidad suficiente para tener siempre lo último en tecnología para sacar lo máximo de lo que es un edificio o una ciudad inteligente.
Eso para mi es lo obvio que hay que hacer, pero lo importante cuando planteamos una ciudad o un proyecto es generar espacios públicos de calidad para hacer siempre un pedazo de mejor ciudad en cada cosa que hagamos, donde se da la interacción entre las personas que termina siendo lo más importante.
Si pensás a qué ciudades te gusta ir, a cuáles te gusta viajar, todas tienen un urbanismo con una calidad de espacio público muy buena. Las ciudades que son todo autopistas y donde el peatón no es el protagonista, esas ciudades no son las que te gusta ir.
En estas tres ciudades inteligentes que estamos proyectando en América Latina, una es +Colonia, otra es Montecristi en Ecuador y otra es ciudad Izaya en Guatemala, nos preocupamos por generar urbanismo de calidad, con espacios públicos de calidad. Y por supuesto que toda la tecnología del mundo que exista hoy y que va a venir mañana, pasado y traspasado la tenemos que tener prevista, pero eso no es para mí el corazón de una ciudad inteligente. Una ciudad inteligente es en la que el peatón es el protagonista, donde está la teoría de la ciudad de los 15 minutos donde no te desplazar más de 15 minutos para llegar a tu trabajo, a tu oficina, al colegio de los chicos o al club; donde hay espacios públicos de calidad donde convivamos todos, donde la ciudad sea hiper mixta y que estemos gente de todo estrato social conviviendo. Un ejemplo es la rambla de Montevideo, en la rambla estamos todos, la disfrutamos todos y eso es un espacio público de calidad.
Harvard hizo un estudio acerca de dónde se encuentra la felicidad, después de seguir a distintas personas de diferentes niveles sociales, económicos y culturales durante más de 80 años demostraron que los seres humanos encontramos la felicidad en la calidad de nuestras relaciones sociales, no en el éxito económico ni profesional. Como arquitectos tenemos que aportar un grano de arena a esas relaciones sociales generando los ámbitos donde esas relaciones sociales se dan.
Con respecto a ese concepto de buscar siempre una mejor ciudad, ¿cómo ve a Montevideo en términos urbanísticos?
La veo bien, siempre se puede estar mejor, pero uno compara Montevideo con otras ciudades de América Latina y hay un urbanismo cuidado en muchos aspectos. Creo que nos tenemos que poner más al día en algunas normativas para que se premie la creación de espacio público con mayor altura o mayores metros cuadrados para que el desarrollador pueda destinar más áreas a espacios públicos. En la ciudad tiene que haber una lógica de win-win (ganar-ganar), tiene que ganar la ciudad y el desarrollador, si no ganan los dos es un mal proyecto. Hay que encontrar la forma de juntar los intereses de las dos partes y creo que todavía en la normativa hay espacio para mejorar esa lógica win-win y que ganen las dos partes.
Ha hablado sobre una tendencia de que en el futuro dejemos de comprar metros cuadrados y pasemos a comprar metros cúbicos. ¿De qué se trata?
Se vienen cambios enormes y muy rápidos, pero las obras están demorando casi lo mismo. Una obra que comenzás a proyectar hoy capaz que lo empezás a vivir dentro de cuatro años, entonces tenemos que buscar proyectos que sean flexibles. Si yo vendo un contenedor grande donde yo pueda manejarme con flexibilidad adentro, cuando estoy casado con cuatro hijos y también si se van mis cuatro hijos y quedo solo o me divorcio o lo que sea; ese contenedor lo puedo ir manejando de diferentes maneras según la realidad de mi vida. Ahí es donde se plantea si quiero comprar metros cuadrados o quiero comprar metros cúbicos donde capaz que tengo cinco metros de altura para hacer un entrepiso, por ejemplo. Creo que tenemos que estar atentos y hacer proyectos muy flexibles.
Yo creo también que se vienen cambios enormes en movilidad. Sin dudas hoy tenemos que hacer proyectos con parkings pero creo que tendrían que ser flexibles para el día de mañana convertirse en otras cosa porque capaz que el día de mañana no usamos los autos y tenemos otro tipo de movilidad. Hay que estar muy abiertos y ser flexibles para adaptarnos a lo que se nos viene.
¿Cómo se sube la arquitectura a la ola de la inteligencia artificial?
Como todos. La inteligencia artificial vino para quedarse, es una revolución como la imprenta y como internet. No soy temeroso de la inteligencia artificial creo que toda revolución que vino ha demostrado que generó más trabajo y no menos. Creo que a la inteligencia artificial podemos encontrarle la vuelta para que sea así y la tenemos que usar en todo lo que podamos porque nos ahorra muchísimo tiempo; la veo con total optimismo.
Si tuviera que elegir un edificio de Uruguay, ¿cuál sería?
Es muy difícil pero erigiría el Palacio Legislativo, no por sus calidades arquitectónicas, que las tiene, sino por lo que representa Uruguay políticamente en el mundo y en la región.
Ver un programa con todos los ex-presidentes de distintos partidos políticos charlando es algo que nos distingue mucho y que tenemos que valorar y fomentar. Creo que Uruguay da ejemplos al mundo en ese sentido.
¿Cómo proyecta el futuro de Gómez Platero?
Me lo imagino impresionante, pero los sueños no me gusta contarlos antes de que pasen. Así que lo iremos viendo, a ver si todo lo que vengo soñando lo podemos cristalizar, prefiero mantenerlo en secreto y lo vamos charlando en los próximos años.