Lo que parece un imposible es una realidad en Turkmenistán. Los 6,5 millones de habitantes del país, que fue un importante nudo de conexión entre Oriente y Occidente en la Ruta de la Seda, viven hoy desconectados.
“Sabemos de la existencia de Facebook, Instagram y YouTube, pero no tenemos acceso. Aquí todo está bloqueado”, dice Byashim Ishanguliyev, un vendedor de frutas de Ashjabat, la capital de uno de los países más herméticos del mundo y donde el Estado tiene un control casi absoluto de internet.
Sortear las prohibiciones es una carrera de obstáculos en esta antigua república soviética de Asia Central rica en hidrocarburos que se independizó en octubre de 1991 y que en la época medieval tuvo en Merv, hoy conocida como Mary, una de las grandes ciudades del mundo islámico.
“Algunas personas consiguen conectarse a una VPN, pero es una conexión temporal porque también se bloquea”, agrega el joven de 19 años. “Internet es lento, así que si alguien consigue descargar un video, un clip o una película interesante, lo vemos todos juntos”, explica el vendedor.
Sin embargo, para el presidente del país, Serdar Berdymujamedov, estas medidas drásticas parecen insuficientes. El político turcomano, que desde marzo de 2022 ocupa la presidencia de Turkmenistán, previamente sirvió como vicepresidente del consejo de ministros durante el mandato de su padre, el expresidente Gurbanguly Berdimuhamedow.
El mandatario anunció a mediados de enero su intención de “reforzar la ciberseguridad del país”, siguiendo los pasos de las restricciones impuestas por su predecesor, pero también por el difunto Niazov Saparmurat, quien gobernó desde la independencia de la nación hasta su repentina muerte a fines de 2006.
En este país, que limita al noroeste con Kazajistán, al norte y noreste con Uzbekistán, al suroeste con Irán, al sureste con Afganistán y al oeste con el mar Caspio, los principales servicios de mensajería están prohibidos. No hay WhatsApp, Viber, Signal ni Telegram. En su lugar, el gobierno creó una aplicación bajo su control, Bizbarde.
Para los videos en línea, las autoridades lanzaron Belet Video, una especie de alternativa a YouTube depurada de todo contenido susceptible de revelar el mundo exterior a los turcomanos, ya sean noticias o entretenimiento.
“No hay panorama mediático”, resume Ruslan Miatiev, redactor del sitio informativo Turkmennews, prohibido en su país. “Los turcomanos sólo ven propaganda que promueve el culto a la personalidad de los Berdymujamedov”, explica el periodista desde Países Bajos. “Para evitar que se derrumbe esta realidad paralela creada por los medios, los gobernantes bloquean internet”, asegura.
Los medios turcomanos, todos estatales, sólo difunden informaciones oficiales, con especial énfasis en las letanías de agradecimientos y alabanzas a las autoridades. Para Yusup Bakhshiyev, un funcionario de 38 años de Ashjabat, “la televisión turcomana es muy aburrida, poco informativa, son los mismos programas una y otra vez”.
Según relata, antes tenía acceso a más canales extranjeros por satélite, pero dice que ahora es imposible. “Empleados de la alcaldía vinieron a mi casa y me dijeron que quitara la antena porque estropeaba la arquitectura de la ciudad”, recuerda con un dejo ironía y sin ocultar su malestar.
Luego de tener que sacar la antena se afilió a la televisión por cable turcomana. “Con ello, el Estado controla la información y recibe ingresos por la suscripción”, relata Bakhshiyev, quien explica que algunas redes de noticias occidentales, como France 24, BBC y Euronews están autorizadas, pero su público es escaso en un país donde el inglés se habla poco.
Todos los días, los turcomanos ven programas en los que Berdymujamedov reprende a sus ministros, planta árboles en el desierto o recibe aplausos entusiastas. Su padre Gurbanguly, el “héroe protector” (Arkadag, en turcomano) y “jefe de la nación turcomana” con inmensas prerrogativas, también aparece en la televisión local.
A veces aparece haciendo deporte, con un arma en la mano o como músico. A veces llega al absurdo. El diario Arkadag informó en una ocasión que Arkadag, es decir Gurbanguly, viajó a Arkadag, una ciudad fundada en su honor, para felicitar a los futbolistas victoriosos del equipo Arkadag.
La oenegé estadounidense Freedom House, que analiza las libertades civiles y políticas, puso a Turkmenistán en la categoría de “peor de lo peor” con una calificación de 2 sobre 100, menos incluso que Corea del Norte. Además, el país ocupa uno de los últimos lugares en la clasificación de libertad de prensa de Reporteros Sin Fronteras.
Sin embargo, nada de eso preocupa a Oksana Shumilova, empleada de una constructora de Ashjabat. La mujer dice estar encantada con la estabilidad del país. Suscriptora del diario Turkmenistán Neutral, con la inevitable foto del presidente en la portada, asegura que tiene una “sensación de estabilidad y tranquilidad”. La razón: “no tiene artículos críticos ni informaciones negativas”.
(Con información de AFP)