Después de dos citas olímpicas bajo la burbuja sanitaria -a puerta cerrada en Tokio 2021 y sin espectadores extranjeros en Beijing 2022, en la edición de invierno- los Juegos de París-2024 prometen “reunir al mundo” para una inmensa fiesta pacífica, según el Comité Olímpico Internacional (COI).
Pero entre Ucrania y Oriente Próximo, la actualidad internacional no cesa de contrariar esa ambición, con circunstancias diversas en cada conflicto que ponen de manifiesto la relación entre la política y las instancias deportivas.
Ucrania: dos años de equilibrismo
Marcados por el boicot diplomático de Estados Unidos y de varios aliados debido a las acusaciones de genocidio sobre la minoría uigur por parte del poder chino, los Juegos Olímpicos de invierno de Beijing 2022 acababan de apagar su llama en medio de un ambiente tenso y cargado de polémicas, cuando Rusia invadió Ucrania con el apoyo de Bielorrusia, el 24 de febrero de 2022.
Tarea casi imposible para el COI mantenerse fiel a sus promesas de no entrar en política: la indignación en Europa no tardó en extenderse al mundo deportivo, mientras la hostilidad hacia los rusos amenazaba con desorganizar las competiciones.
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Sancionar a Rusia y Bielorrusia por violación de la tregua olímpica no supuso una distensión: desde hace cerca de dos años, los himnos, banderas y representantes oficiales de los dos países están prohibidos en competiciones oficiales.
¿Pero qué hacer con los deportistas, que no decidieron ni participaron en la invasión y en teoría están protegidos por la ‘no discriminación’ inscrita en la carta olímpica? El COI les excluyó en un primer momento del deporte mundial por su propia seguridad, una medida tan sonada como inédita. Antes de orquestar su regreso progresivo a partir del pasado mes de marzo, y después de autorizar en diciembre su presencia en los Juegos.
Pero con una serie de condiciones: los rusos y bielorrusos participarán bajo bandera neutral, a título individual -descartados en las pruebas por equipos- y se someterán a un doble control; por un lado, las federaciones afectadas y el COI deberán establecer que los deportistas “no han apoyado activamente la guerra en Ucrania” y que no se hallan bajo contrato con el ejército o las agencias de seguridad.
Aunque Ucrania exige desde hace tiempo una exclusión pura y simple de los rusos, abandonó en el verano (boreal) de 2023 sus amenazas de boicot de los Juegos, aliviando al COI de una perspectiva catastrófica.
Así pues, la coexistencia de las delegaciones podría ser una realidad, aunque se antoja muy limitada: “Los rusos serán poco numerosos y muy poco visibles, sobre todo porque una parte de ellos podría rechazar venir”, resume Jean-Loup Chappelet, especialista en olimpismo en la universidad de Lausana.
Israel-Gaza: ¿sólo cuestión de seguridad?
Después de la extrema violencia del ataque perpetrado por los comandos de Hamás el 7 de octubre, y después de los bombardeos israelíes sobre Gaza, el COI hizo un llamado a la “paz” y después se felicitó por su “solución a dos Estados”, ya que los Comités Olímpicos Nacionales (CNO) israelí y palestino coexisten desde 1995, recordaba a finales de noviembre su presidente Thomas Bach.
Al contrario que en la invasión de Ucrania, la instancia olímpica puede permitirse permanecer “a la expectativa” ante un eventual cese de las hostilidades de aquí al verano (boreal), estima Jean-Loup Chappelet: “Ni los palestinos ni los Estados árabes han planteado la idea de un boicot a las competiciones”, absteniéndose así de poner a las instancias bajo presión, observa el experto.
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Hasta ahora, ese conflicto plantea así al mundo del deporte más cuestiones logísticas que políticas: las instancias del fútbol deslocalizaron los partidos internacionales previstos en Israel, y la seguridad reforzada de los deportistas israelíes es un reto más para los organizadores de los Juegos Olímpicos-2024.
“Es un aspecto que compete a las autoridades locales”, recordó el portavoz de Thomas Bach, absteniéndose de hacer más comentarios.
Pero todo podría cambiar en caso de prolongarse la ofensiva israelí. La semana pasada, el CNO palestino anunció la muerte del entrenador de su equipo olímpico de fútbol Hani Al-Masdar, fallecido a los 42 años en los bombardeos, que también tuvieron como objetivo el Alto consejo para la juventud y el deporte, la federación de fútbol, y del comité olímpico, denunciando los golpes asestados por Israel al movimiento deportivo, que “violan la carta olímpica”.
Paralelamente, la Federación Internacional de Hockey sobre Hielo multiplicó los anuncios contradictorios en espacio de una semana, excluyendo en un primer momento a los israelíes de sus competiciones para “garantizar la seguridad de todos los participantes”, antes de limitar la medida al Mundial sub-20 en Bulgaria, y después admitir de nuevo al equipo de Israel.
(Con información de agencias)