En Villajoyosa, Alicante, en la costa del Mediterráneo español, rodeado de compatriotas rusos, y también de ucranianos, en una enorme urbanización repleta de residentes de ambos países, vivía Maxim Kuzmínov.
El piloto de helicóptero del Ejército ruso de 28 años que primero desertó ruidosamente el pasado mes de agosto, después fue presentado por Ucrania como un héroe. En Kiev, el desertor dijo “no quiero ser cómplice de los crímenes rusos”.
El pasado 13 de febrero, lo mataron de cinco disparos, en un garaje de la pequeña y bucólica localidad turística donde se había afincado. Sin embargo, pasaron días hasta que el Ministerio del Interior español confirmara que no cuentan con la identidad de los pistoleros, que no dejaron rastros.
Un dato llamativo es que el propio jefe del Servicio de Espionaje Exterior de Rusia, Serguéi Narishkin, dijo que el fallecido era “un traidor criminal”. Agregó, sembrando sospechas, que Kuzmínov se había convertido en “un cadáver moral”.
España, miembro de la OTAN, tiene un compromiso fuerte en investigar a fondo si realmente fueron enviados del Kremlin quienes mataron a Kuzmínov. Un enfrentamiento con Rusia con acusaciones falsas es un problema diplomático. Una investigación tibia también es un dolor de cabeza para el gobierno socialista de Pedro Sánchez.
De momento, el embajador de Moscú en Madrid fue citado por el Ministerio de Asuntos Exteriores pero no por Kuzmínov sino por la muerte del líder opositor ruso Alexei Navalny en la prisión IK-3 de Jarp, en el Ártico.
Kuzmínov murió en una zona residencial, La Cala de Villajoyosa, un pequeño pueblo de 36.000 habitantes, donde llevaba una vida sin esconderse. Solía desayunar en un bar, pedía un café con leche y una tostada con tomate y jamón rodeado y se sentaba solo.
El militar ruso acusado de traición se había metido en la boca del lobo. Cualquiera de los feligreses rusos podía haber dado los datos para que fuera ejecutado por enviados del Kremlin. El piloto compraba sus cosas en un supermercado español, a menos de cien metros del lugar del crimen, donde hay otro que tiene productos para los rusos y ucranianos.
El asesinato se produjo en la rampa del estacionamiento de un hotel. En la Cala Alta de Villajoyosa, residen 1.200 ucranios y 800 rusos, según el censo municipal.
(Con información de agencias)