La Casa Blanca confirmó que está monitoreando una nueva arma antisatélite rusa que se está desarrollando, pero aún no se desplegó, calificándola de “preocupante”, aunque no una amenaza inmediata para la seguridad.
El portavoz de Seguridad Nacional, John Kirby, no confirmó ni negó directamente los informes de que la nueva arma rusa era nuclear, pero sí dijo que estaba “basada en el espacio” y que violaba el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967, que prohíbe el despliegue en el espacio de armas nucleares u otras armas de destrucción masiva.
Kirby informó de la novedad en una rueda de prensa generada en medio de especulaciones por la revelación que había hecho el presidente del comité de inteligencia de la Cámara de representantes, el republicano Mike Turner.
El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, debía reunirse este jueves por la tarde con la “banda de ocho” líderes del Congreso de ambos partidos autorizados por la seguridad para discutir la amenaza, después de que Sullivan y otros funcionarios estadounidenses expresaran su sorpresa por la decisión de Turner de hacer pública una sesión informativa clasificada.
“Aunque estoy limitado por lo que puedo compartir sobre la naturaleza específica de la amenaza. Puedo confirmar que está relacionado con una capacidad antisatélite que Rusia está desarrollando”, dijo Kirby.
“Esta no es una capacidad activa que se haya desplegado y, aunque la búsqueda por parte de Rusia de esta capacidad en particular es preocupante, no existe una amenaza inmediata a la seguridad de nadie. No estamos hablando de un arma que pueda usarse para atacar a seres humanos o causar destrucción física aquí en la Tierra. Dicho esto, seeguimos de cerca esta actividad rusa y continuaremos tomándola muy en serio”, explicó.
Añadió que el arma que se cree que está en desarrollo “estaría basada en el espacio y sería una violación del Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre que han firmado más de 130 países”.
La existencia de la nueva amenaza a la seguridad nacional fue hecha pública el miércoles por Turner en una aparente violación de los términos de secreto bajo los cuales miembros de la administración informan a la “banda de ocho”. Sullivan expresó sorpresa este jueves por la decisión de Turner de hacer un llamado público para que se desclasificara el asunto.
En una visita a Albania este jueves, el secretario de Estado, Antony Blinken, dijo que “esta no es una capacidad activa, pero sí potencial, que nos estamos tomando muy, muy en serio y espero que tengamos más que decir muy pronto. Estén atentos a eso”.
Blinken añadió que la administración Biden “también estaba consultando con aliados y socios sobre este tema”.
Antes de que se firmara el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre en 1967, Estados Unidos llevó a cabo una serie de pruebas nucleares a gran altitud, la mayor de las cuales fue Starfish Prime en julio de 1962, que iluminó gran parte del cielo sobre el Pacífico, desencadenó un pulso electromagnético que fue mucho mayor de lo esperado y provocó la formación de cinturones de radiación alrededor de la Tierra, lo que provocó el mal funcionamiento de los satélites a su paso.
Starfish Prime demostró que una detonación nuclear en el espacio podría tener un impacto indiscriminado en todos los satélites en órbita, abriendo el camino para que las potencias nucleares firmaran el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre cinco años después.
John Logsdon, fundador del instituto de política espacial de la Universidad George Washington, dijo que, si Rusia tenía la intención de lanzar un arma nuclear antisatélite, podría significar que Moscú había “desarrollado un sistema tecnológicamente más sofisticado, cuyos efectos son de alguna manera limitados”.
Por otro lado, el lanzamiento de una nave espacial de propulsión nuclear diseñada para bloquear otros satélites, dijo Logsdon, constituiría un regreso al pasado soviético, cuando Moscú lanzó varias naves de este tipo.
En 1978, un satélite soviético de propulsión nuclear, Kosmos 954, falló y se estrelló en el norte de Canadá, esparciendo desechos radiactivos a lo largo de cientos de millas.
Rusia trabajó intensamente en tecnología antisatélite convencional durante los últimos 14 años, informó el año pasado el grupo de expertos de la Secure World Foundation en un informe sobre Capacidades Globales de Contraespacio.
“Existen pruebas sólidas de que Rusia se embarcó en una serie de programas desde 2010 para recuperar muchas de sus capacidades contraespaciales de la era de la Guerra Fría”, dice el informe. Agrega que gran parte de la actividad rusa se centró en la vigilancia, pero señala que Moscú había desplegado dos “subsatélites” a alta velocidad, lo que sugiere que parte de la actividad rusa era “de naturaleza armamentística”.
Una transición a satélites “asesinos” de propulsión nuclear no sería ilegal, y Logsdon argumentó que no cambiarían el equilibrio de poder en la continua militarización del espacio.
“En absoluto”, dijo. “Es simplemente otra forma en que una nave espacial obtiene energía, ya sea mediante paneles solares, algún otro medio para producir electricidad o un reactor nuclear”.
(Con información de agencias)