Estudio de Harvard
Hu y sus colegas analizaron datos recopilados a través de dos estudios potenciales a largo plazo. El primero fue el Nurses’ Health Study (NHS, estudio de salud de enfermeras), que en 1975 comenzó a recopilar información relacionada con la salud de 121,700 enfermeras tituladas en 11 estados. El segundo fue el Health Professionals Following-Up Study (HPFS, estudio de seguimiento de los profesionales de la salud), que en 1986 comenzó a recopilar información relacionada con la salud de 51,259 hombres profesionales de la salud.
Entre ambos grupos de estudio, se completaron cuestionarios sobre la frecuencia alimentaria cada dos años (a partir de 1984 para el NHS y en 1986 para el HPFS), lo que permitió que los investigadores determinen la medida en que las 75,230 mujeres y los 44,085 hombres en los dos estudios siguieron uno de cuatro patrones de alimentación saludable: el Healthy Eating Index 2015 (HEI-2015, Índice de Alimentación Saludable del 2015), Alternate Mediterranean Diet (AMED, índice alternativo de dieta mediterránea), Healthful Plant-Based Diet Index (HPDI, índice de dieta saludable basada en plantas) y Alternate Healthy Eating Index (AHEI, índice alternativo de alimentación saludable).
Luego, utilizaron los registros de defunción para determinar cualquier vínculo con los patrones alimentarios. El análisis no incluyó a los participantes que habían reportado enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes al comienzo de los estudios. También se excluyeron los participantes cuyo consumo diario de calorías fue muy bajo o muy alto. La gran cantidad de participantes permitió a los investigadores analizar por raza y origen étnico, y por causas generales de muerte.
Para su análisis, los investigadores clasificaron a los participantes en función de la forma en que se acataron a los patrones de alimentación saludable, y luego analizaron las tasas de mortalidad entre el cuarto superior (quienes los siguieron más estrictamente) y el cuarto inferior (quienes los siguieron menos estrictamente).
Los investigadores determinaron que aquellos que siguieron los patrones de alimentación saludable tenían menos probabilidades de morir a causa de enfermedades cardíacas, cáncer o enfermedad pulmonar. El vínculo entre los participantes con alimentación saludable y el menor riesgo de muerte se observó entre los diferentes grupos raciales y étnicos, incluidas las personas hispanas, negras no hispanas y blancas no hispanas.