Un grave brote de cólera está asolando a las comunidades en el sur de África y extendiéndose a través de fronteras en lo que los expertos afirman que es la peor crisis de este tipo relacionada con la enfermedad que la región ha visto en una década.
Los reportes oficiales, que muchos estiman exhiben una subregistración, indican que miles de personas han muerto y otras miles han resultado infectadas con la enfermedad diarreica aguda en al menos siete países, situación que en los países más afectados obligó a millones de estudiantes a quedarse en sus casas en enero.
Aunque en toda la región se han instalado centros de emergencia en campos escolares y estadios, los epidemiólogos advierten que la situación puede desbordar al personal sanitario si el brote no se afronta en forma coordinada y urgente.
En una convocatoria de emergencia, a principios de este mes, los líderes de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) dijeron que estar trabajando para detener la propagación, pero alertaron que la falta de agua potable, los débiles controles fronterizos y la escasez global de vacunas conspiran contra la resolución.
Causado por la bacteria vibrio cholerae, el cólera infecta el intestino delgado y produce toxinas que el cuerpo se esfuerza por expulsar mediante la secreción de grandes cantidades de vómito o diarrea acuosa, lo que provoca una rápida deshidratación.
Los casos leves pueden desaparecer tras unos días de tratamiento de rehidratación oral, pero en los casos graves, que son aproximadamente uno de cada 10, el cólera puede incluso provocar la muerte en un día si no se trata.
Desde enero de 2022, al menos 188.000 personas resultaron infectadas en Zambia, Zimbabwe, Malawi, Mozambique, Tanzania, Sudáfrica y la República Democrática del Congo, y más de 4.100 murieron, según la Oficina de Coordinación Humanitaria (OCHA) de Naciones Unidas (ONU).
La enfermedad se ha estado propagando desde 2022. Zambia, gravemente afectada, informó de un primer caso en octubre de 2023 y más de 18.804 personas estaban infectadas hasta el jueves pasado, en lo que las autoridades evalúan como el peor brote jamás registrado en el país, con un saldo provisorio de al menos 658 muertos.
Malawi, con al menos 59.000 casos desde principios de 2022, también considera el brote como el mayor de su historia. En Zimbabwe, en tanto, los 21.000 casos desde febrero de 2023 hacen de esta epidemia la segunda peor. La República Democrática del Congo, que también es miembro de la SADC, tiene el mayor número de infecciones, con 71.000, mientras que Sudáfrica ha registrado el menor número, con 1.076 casos.
Los casos mensuales en los países afectados rondaron las 2.000 infecciones desde enero de 2023, pero luego alcanzaron su punto máximo en enero de 2024 con 3.400 casos, lo que sugiere niveles de transmisión más altos hasta febrero.
Aunque es endémico en África y partes de Asia, los expertos dicen que es raro que varios países experimenten brotes simultáneamente, como es el caso en el sur de África. El brote, dicen los especialistas, probablemente fue provocado por un cóctel de problemas, más que por un solo evento.
El movimiento transfronterizo regular y sin control, por ejemplo, significa que las infecciones pueden transportarse. Un estudio de 2023 encontró que dos hermanas que viajaron desde Sudáfrica a un punto crítico de cólera en Malawi infectaron a una tercera persona a su regreso y que la cepa que se se está propagando actualmente es originaria del sur de Asia.
Además, los deficientes sistemas de alcantarillado, junto con fuentes inadecuadas de agua potable para beber, cocinar y para la higiene, también son un problema persistente en la región.
De hecho, más de la mitad de la población de las comunidades rurales de los países del sur de África, excepto Sudáfrica y Eswatini, antes conocida como Suazilandia, no tiene acceso a instalaciones sanitarias como inodoros. En Sudáfrica, los investigadores dicen que el 80% de los sistemas de aguas residuales necesitan mejoras.
Los expertos afirman que las inundaciones cada vez más frecuentes y graves relacionadas con el cambio climático también son un factor que favorece los brotes. Los médicos señalan que el cólera ocurre con más frecuencia durante la temporada de lluvias, que la región está experimentando actualmente.
Por el momento, las vacunas contra el cólera utilizadas tanto de forma preventiva como reactiva son escasas, lo que ha obligado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a abandonar la habitual aplicación oral de dos dosis por una sola dosis, que tiene un período de inmunidad de seis meses a dos años, pero por el momento sólo hay un fabricante disponible, la surcoreana EuBiologics, que ya está produciendo a su máxima capacidad.
En una cumbre de emergencia celebrada el 2 de febrero, los líderes de la SADC prometieron aumentar la financiación para los sistemas de agua y trabajar en un plan de respuesta en todo el país para monitorear la propagación del cólera, especialmente después de desastres naturales relacionados con el cambio climático.
Sin embargo, algunos se muestran escépticos y dicen que las campañas comunitarias a corto plazo podrían ser más efectivas que los planes de la SADC. La lectura señala que las comunidades afectadas no pueden depender de que los gobiernos actúen.
En Zambia, las autoridades retrasaron casi un mes la reanudación de las clases en enero para cuatro millones de estudiantes para poder instalar estaciones de lavado de manos. Cuando la escuela abrió en febrero, se colocaron folletos en las paredes que enseñaban a los estudiantes sobre la enfermedad y los instaban a lavarse las manos antes de manipular alimentos.
Aunque las autoridades anunciaron que continuarían las conversaciones con la OMS para conseguir más vacunas, las dosis aún no han llegado. Mientras tanto, el Centro Africano para Enfermedades Transmisibles (Africa CDC) ha prometido un fondo de intervención de un millón de dólares para las autoridades del país capaciten a trabajadores de la salud y compre suministros médicos.
En una lista de varias preocupaciones está la temporada de lluvias que durará hasta febrero. Los pronósticos predicen precipitaciones entre normales y superiores a lo normal, lo que significa que podría haber un incremento de las infecciones.
(Con información de agencias)