El consumo de productos que no perjudican el ambiente viene creciendo en los últimos años. De hecho, según el último reporte elaborado por Mercado Libre sobre el comportamiento y las preferencias de sus usuarios en varios países de Latinoamérica, en los que se encuentra Uruguay, las preferencias por marcas y empresas de impacto positivo en el ambiente se duplicó entre 2021 y lo que va de este año.
De hecho, según la gigante del comercio electrónico, los productos más vendidos fueron focos led, purificadores de agua, bicicletas, botellas reutilizables y copas menstruales. Nueve de cada 10 usuarios “considera que la situación ambiental es preocupante”, según el reporte de Mercado Libre.
“Es necesario acelerar” el cambio de la mentalidad del sistema empresarial uruguayo, explicó Mariana Torres, representante para Uruguay de Sustainable Brands, el mayor evento global que pone en el centro del debate el rol de las empresas y marcas en la construcción de un futuro sostenible.
La experta en el tema también alertó sobre el “descrédito en el sistema” que provocan las empresas que se venden como verdes cuando no lo son y de la necesidad de tomar más acciones para frenar el calentamiento global. A continuación, un compilado de la entrevista que Café & Negocios mantuvo con Torres.
¿Crees que en los últimos años la sustentabilidad pasó de ser una moda a un compromiso por parte de las empresas? ¿Por qué y cómo se explica?
Cuando comenzamos a operar, en 2016, era muy complicado encontrar un interlocutor dentro de las empresas que abordara los asuntos de sustentabilidad. Si bien ya contábamos con organizaciones que trabajaban por la igualdad de género o por diferentes grupos dentro de las compañías, lo que tenía que ver con la sustentabilidad caía en manos del área de Responsabilidad Social Empresarial (RSE).
En los últimos seis años hubo una evolución enorme, sobre todo desde la importancia, el rol y el espacio que le dan las empresas a la sustentabilidad. Y esto se ve traducido en dos factores. El primero tiene que ver con la propia estructura de las empresas, con los cargos de sustentabilidad o que tengan presupuestos para ejecutar acciones o para trabajar en el ámbito sustentable. El otro factor se visibiliza en la cantidad de asociaciones que nuclean empresas que trabajan en pro del desarrollo sostenible.
Hoy la sustentabilidad tiene un espacio que no es suficiente, pero es bueno verlo en una evolución positiva. Hay un crecimiento importante del rol que toman las empresas con la sustentabilidad.
¿Cómo se explica el desarrollo que se ha producido en estos años?
En 2017 se lanzaron los objetivos de desarrollo sostenible por parte de Naciones Unidas, y eso fue un impulso enorme porque incluyó al sector privado en esta conversación como un agente de cambio. Las transformaciones necesarias no se pueden dar solo con la sociedad civil, las organizaciones sin fines de lucro y los gobiernos, sino que las empresas son grandes motores de cambio.
Las grandes empresas, por ejemplo, no solo impulsan cambios por sí mismas, sino por impactar en las cadenas de valor en las que participan, en los suministros e influencia que tienen en su entorno. Son una pata fundamental para generar transformaciones.
De todos modos, lo que vemos es que los cambios no alcanzan y que todos tenemos que tomar parte. Estos años de desarrollo en el ámbito de la sustentabilidad se pueden explicar por la conciencia que se fue generando en las empresas y en las comunidades que pasaron a tener una mayor preferencia por empresas que trabajan en desarrollo sostenible.
La sostenibilidad no solo implica desarrollo en lo ambiental, sino también en lo social y en las políticas de gobierno. De hecho, en la pandemia retrocedimos en el desarrollo social y hoy esto es uno de los mayores desafíos que afrontan las empresas, porque hay grupos vulnerables que en la actualidad están peor que antes de la pandemia.
Además de los sociales, ¿qué otros desafíos afrontan las empresas en la actualidad?
Todos somos agentes de cambio. Cada uno, desde su lugar, puede trabajar y provocar cambios sustentables. Esto toma un minuto: debemos repensar las cosas para hacerlas con otro propósito. Si bien los grandes lineamientos de las empresas son importantes, las pequeñas acciones también lo son. Hay una evolución positiva, pero no es suficiente. Tenemos que acelerar y profundizar los cambios para poder alcanzar las metas de desarrollo sostenible que están aún lejos. Para llegar a los objetivos de 2030 hay que trabajar bastante.
Estamos a poco tiempo de alcanzar el grado y medio de calentamiento global. Pese a los compromisos asumidos en el mundo, aún no podemos revertir esta situación.
Ya no es suficiente con apostar a la reducción porque vamos a un mundo lleno de plástico y en condiciones de vulnerabilidad y pobreza, y no lo vamos a cambiar. Ya no alcanza con frenar esta situación, sino que debemos restaurar en la restauración de las alertas y las comunidades. En este marco debemos incentivar a las empresas y las marcas que tienen que ver con estas cuestiones. Restaurar y regenerar el ambiente es el nuevo paradigma que se está trabajando en el mundo de los negocios.
“Las empresas son grandes motores de cambio”, indicó experta
¿Qué es más factible que suceda hoy: que una empresa se torne sustentable o que una empresa nazca directamente en el rubro de la sustentabilidad?
Hoy por hoy ya tenemos varias empresas que nacieron y que conviven con la visión del triple impacto o impacto ESG. En estos casos es mucho más fácil desde las empresas porque ya tienen incorporada la visión sustentable. Transformarse cuesta más, pero no es imposible. También el propio ecosistema se va empujando a sí mismo.
El enfoque ESG es un instrumento que ayuda a evaluar cuánto trabaja una organización para lograr metas sostenibles, es decir, que apuntan a ser equilibradas en los terrenos del medio ambiente, lo social y también en lo económico, más allá de su función natural como negocio de aumentar utilidades.
Vemos que acciones simples comienzan a surtir efecto. Por ejemplo, cuando se lleva a cabo una instancia especial ya no se imprimen camisetas sólo para ese día, o ya no se imprimen mails. Sin ir más lejos, la empresa de cosmética L’Oréal, apostó a no tener plástico en su mobiliario de uso comercial. Eso es estimulante porque estas acciones invitan a otras empresas a tomar este rumbo.
La sinergia entre los privados y las organizaciones de ayuda social es importante para que el ecosistema empresarial se torne hacia la dirección de triple impacto.
¿Por qué le sería rentable a una empresa ser sustentable hoy por hoy?
Primero porque cuando hablamos de las tres R (reducir, reutilizar y reciclar) muchas veces las empresas, en todo lo que tiene que ver con los insumos que necesitan o las acciones que hacen, producen cosas que no son necesarias. Acá, la clave es reducir y, efectivamente, acá hay un impacto positivo en el ambiente, pero también se produce un ahorro de recursos. En el paso de la reducción es necesario que la empresa repiense sobre sus procesos actuales.
También, en la actualidad, las personas quieren trabajar en empresas con propósitos claro. En este sentido, sobre todo los millennials, eligen y valoran las organizaciones que realizan aportes positivos porque ellos, al trabajar para ellas, también aportan.
Por último, el consumidor también eligen empresas que trabajan en pro de tener un impacto positivo por sobre otras marcas.
¿Cómo se puede evitar la falsa imagen de una empresa que se haga llamar verde y una que realmente lo es? ¿Y cómo se puede evitar el greenwashing?
Las empresas deben comunicar genuinamente y deben tener propósitos genuinos que los lleven a trabajar genuinamente en eso. No por decir “soy verde” —el llamado greenwashing, es decir una práctica de marketing falsa que muestra a la empresa de modo sustentable cuando no lo es— la gente va a preferir la marca. Más bien, todo lo contrario. Porque está demostrado que cuando los consumidores perciben que esto es falso, se genera un efecto boomerang, que le lleva mucho tiempo de subsanar a la empresa.
Lo mejor es que la empresa muestre con actos que está comprometida con la sustentabilidad, no solo con la imagen.
El greenwashing (o falso ecologismo) es fácilmente detectable por la comunidad y es riesgoso para la empresa es elevado si miente. El mayor riesgo es que el sistema sufra un descrédito por las empresas que se muestran como algo que no son y, en ese caso, perdemos todos. El descreimiento no es bueno para nadie.
La tendencia de consumo es verde
Según datos relevados por Mercado Libre, los usuarios prefieren los productos con impacto positivo frente a los que no lo son. El reporte del ecommerce, que incluye el comportamiento de los clientes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Uruguay, indica que este año se duplicó la venta de productos que generan impacto positivo en el ambiente respecto a las cifras registradas en 2021. Hasta marzo de este año se vendieron casi 7.5 millones de estos productos más respecto al año pasado.
Además, la preferencia de los usuarios de esta plataforma por incorporar a sus vidas este tipo de productos aumentó un 29% interanual, y más de 4 millones de clientes los adquirió en 2022. A su vez, se registraron 63 mil emprendimientos y marcas nuevos que comercializan productos de impacto positivo en el ambiente.