La huella de carbono representa el volumen total de gases de efecto invernadero que producen las actividades cotidianas. Hoy por hoy, los eventos neutralizan su huella de carbono, también los empresarios cuando viajan e incluso las compañías que compran certificados para contrarrestar su operativa diaria. Los certificados o bonos de carbono constatan que se plantó la cantidad de árboles correspondientes a absorber  el carbono emitido o que se sustituyó la energía convencional por renovable. 
En Uruguay,  la consultora de cambio climático Carbosur trabaja en el tema desde hace más de 20 años.  Su director, Álvaro Pérez del  Castillo, es ingeniero agrónomo forestal y también dirige la consultora forestal Pike.

Según el ejecutivo, en los últimos años se multiplicó la cantidad de certificados que solicitan las empresas. “En estos últimos años se vino la moda de la huella de carbono, es una medida de responsabilidad social empresarial enfocada en el combate al cambio climático”, puntualizó. Pérez del Castillo sostuvo que está bien visto que se mida la huella, se tomen medidas para bajarla y el saldo se neutralice con certificados de carbono.  

“Trabajamos en las dos áreas del cambio climático”, indicó. Una es asesorar a empresas a desarrollar proyectos que generen certificados de carbono, que son presentados a los estándares de mercado de carbono voluntarios –el más popular, es Verified Carbon Standard– y, la otra es asesorar a las empresas a medir su huella de carbono, recomendarles medidas para bajar las emisiones y, una vez que lo hacen, ayudarlas a lograr la carbono-neutralidad adquiriendo certificados de carbono, “ya sea nuestro de proyecto o buscando en el mercado”, aclaró Pérez del Castillo. 

En este sentido, el director definió a la emisión de certificados como “la nueva fiebre del oro”. “Todo el mundo está obsesionado por conseguir certificado de carbono”, comentó.

Más demanda, menos proyectos

“No es fácil tener un proyecto que genere certificados de carbono”, estimó el director ejecutivo de Carbosur. Uruguay tiene un millón de hectáreas forestadas y actualmente hay 100.000 hectáreas presentadas que generan certificados.
 “El proyecto debe cumplir determinados requisitos”, sostuvo Pérez del Castillo.

En el caso de Carbosur, los proyectos se  encuentran en la zona centro-oeste del Uruguay, en los departamentos de Cerro Largo y Treinta y Tres. Esto se debe a que las iniciativas deben cumplir con los requisitos de Verified Carbon Standard que contemplan, por ejemplo, que sean de madera de calidad, es decir, que sirvan para  la producción de muebles y deben  estar alejados de los puntos de entrega de madera.  “Tenés que demostrar que ese proyecto no se hubiese ejecutado, si no fuera por el ingreso que le generan los certificados de carbono”, remarcó. 

En números
En los últimos dos años y medio Carbosur comercializó certificados por 10.5 millones de toneladas de dióxido de carbono. En un principio se vendían  a US$ 0.5 la tonelada y con el paso del tiempo su valor ascendió a US$ 12 la tonelada. Estos corresponden a proyectos de plantaciones forestales mayoritariamente realizadas en Uruguay administradas por Carbosur. Según Pérez del Castillo la actividad se duplicó en los últimos dos años. “Hay una demanda insatisfecha importante”, remarcó el ejecutivo. l

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