Nadie sabía de su existencia, sin embargo ahí está: ante los ojos de todos. El gaucho se gira sobre su montura y estira su brazo izquierdo para señalar un punto más allá del marco. Los ojos entrecerrados y el ceño tosco, la mirada fija en el espectador. Un gaucho sobre un cielo pintado con la paleta de un pintor que dejó su firma, casi imperceptible, sobre una esquina: JMB.
El gaucho al fondo de la sala del Museo Nacional de Artes Visuales es flanqueado por otros, todos hijos de un mismo padre. Escenas camperas y hombres delante de cielos como los que Juan Manuel Blanes supo pintar en los albores de la Independencia. Un cortejo gauchesco. Un arquetipo arraigado en la identidad nacional, con el que el pintor, nacido en 1830, supo convivir y retratar a su antojo.
Pero este es un gaucho desconocido.
Ministerio de Educación y Cultura
El gaucho de Blanes vuelve a casa
“No sabíamos que existía este cuadro. No solo nosotros ahora, sino que jamás se había exhibido en público, jamás había formado parte de una exposición. No teníamos registro de esta obra. Ni siquiera se sabía que existía por cartas de Blanes ni por otros documentos de la época. Fue una gran sorpresa enterarnos de la existencia de esta obra, un gran impacto”, dice a El Observador Enrique Aguerre, director del Museo Nacional de Artes Visuales y curador de la exposición.
La noticia llegó en enero del año pasado, cuando se comunicaron desde Toovey’s Fine Art & Antique Auctioneers (Sussex, Reino Unido). Tim Williams, el consultor de la casa de subastas e historiador de arte, tenía la sospecha de que los herederos de una mujer habían llegado con una pintura de Juan Manuel Blanes entre sus manos.
“Es raro que un cuadro de estas características haya pasado por debajo del radar de todos los historiadores, de los críticos y de museos en los últimos 120 años”, señala Aguerre y explica que desde ese momento se inició un proceso de verificación de la obra.
El trabajo en el que se embarcaron fue el de rastrear la procedencia de la obra con la intención de llegar, si es posible, hasta el taller del artista. “Y casi llegamos”, apunta.
Con la colaboración de especialistas en la obra del artista, imágenes digitales de la sorprendente pintura y documentación biográfica de Blanes lograron trazar una línea cronológica que va hacia atrás unos 120 años. “¿Por qué tuvimos esa suerte? Porque esta obra no salió de la familia que la tenía”.
Baldomero Jacinto de Bertodano, el séptimo marqués de Moral, fue el primer propietario de la obra que permaneció colgada las paredes de Cowbridge House, su residencia de siglo XVIII en Malmesbury a orillas del río Avón. Desconocido para los uruguayos, el gaucho de Blanes fue una presencia cotidiana para los que convivieron con él a diario.
Tras la muerte del marqués, en 1921, el contenido de su majestuosa residencia fue subastado. Pero al salir a la venta el cuadro había sido descrito simplemente como “una excelente pintura al óleo, El gaucho en las pampas en Argentina“, y según la información de la investigación que proporcionó la casa de subastas fue el hermano de Baldomero, Charles Edmund de Bertodano, quien compró la pintura en la subasta y desde entonces había permanecido entre su familia. Hasta ahora.
“Pudimos hacer esa trazabilidad de la obra casi hasta finales del siglo XIX y es una obra que nosotros la situamos alrededor de 1875. Blanes pintó la mayoría de estos retratos de gauchos en Italia, entre 1871 y 1882 aproximadamente. Estuvo en esta familia durante más de 120 años, al menos. No sabemos si el primer dueño lo compró en el Río de la Plata o lo compró en Europa. Blanes estaba en Florencia y pintaba allí, así que es más factible que lo haya comprado allí pero ahí sí son conjeturas, ya no podemos llegar tan lejos”, sostiene Aguerre.
La subasta del gaucho europeo
El martillo cayó y sonó como un récord histórico para la obra de Juan Manuel Blanes.
En noviembre de 2014 la obra Aurora (entre dos luces), que le perteneció a los herederos de Frederick Laugharne Humphreys y Louisa Harratt, fue vendida en Christie’s por 905 mil dólares y se convirtió en la mejor cotización para una obra de Blanes hasta el momento.
Aurora (Entre dos luces)
“Hay que pensar que Blanes es el pintor más importante de nuestra región durante todo el siglo XIX hasta principios del XX, y Blanes se destaca por sobre todos los demás colegas de América del Sur”, consideró Aguerre.
Si bien esta se trataba de una subasta pequeña más pequeña en la ciudad de Sussex y tenía un precio más modesto, el especialista consideró que se trata de “una excelentísima pintura y una vez que salió a subasta había más interesados de lo que se imponía”.
El cuadro salió a subasta con un precio estimado entre 80 y 120 mil libras y desde el comienzo la puja por por el cuadro se limitó a un comprador en el teléfono y un coleccionista uruguayo en la sala, que no dudó en ofertar por ella hasta el último momento y finalmente lo compró a un valor muy superior al que había salido a subasta: 1.15 millón de libras esterlinas (más de 1.3 millón de dólares).
El gaucho de Blanes vuelve a casa
Ahora, el gaucho de Blanes está a la vista de todos. En la sala 1 del Museo Nacional de Artes Visuales, protegido por una gran caja de cristal que permite acercarse a los detalles de esta obra excepcional, la pintura pasó del hogar de un marqués a la pared de un museo público donde lo visitan escuelas, familias, admiradores y ante el que los funcionarios se detienen al menos una vez en el día para observarlo.
“Para nosotros es la vuelta casa. La vuelta de esta obra, que seguramente volvía a una colección privada y seguramente iba a quedar en la colección privada, pero hete aquí que el coleccionista que la compró en un enorme gesto de generosidad nos dice a Pablo Atchugarry y a mí que la va a prestar para que se exhiba públicamente y toda la ciudadanía pueda disfrutar del cuadro”.
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El gaucho de Blanes vuelve a casa
La obra fue exhibida en enero en el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA), en Maldonado, antes de llegar a Montevideo, donde va a estar expuesto hasta el 26 de mayo.
Aguerre destacó que usualmente salen pinturas de mucho valor desde Uruguay hacia el exterior, con la previa aprobación de la Comisión Nacional de Patrimonio, y esta vez en un evento inusual se dio el movimiento inverso. “Normalmente las pinturas se van de Uruguay. Este es el primer caso de una pintura tan importante que con el esfuerzo de un privado vuelve a casa y logra que esa pintura quede en nuestro país. Eso es poco común. Y, además, que la preste para que la disfrutemos”.
Aguerre también señaló que “por las características de nuestro país, los coleccionistas y las coleccionistas son de perfil bajo”, pero que son “muy generosos” y habitualmente trabajan en conjunto para montar exposiciones. “Es usual que se presten obras para las distintas, pero sobre todo las de corte histórico”.
Los cielos nacarados, los paisajes de las praderas, la expresión conmovedora del protagonista captan la atención de una forma magnética, mientras que en el fondo se encuentran dos figuras galopando en el horizonte. A lo lejos, si uno mira bien, en realidad no es un gaucho: son tres.
Uno de los aspectos que se tuvo en cuenta en la valoración de la obra, dice Aguerre, fue que un cielo como estaba pintado en este cuadro solamente Blanes podía llevarlo adelante: “No le ponía especial atención a la firma de sus pinturas. Alguien le preguntaba en una carta por qué no firmaba y Blanes le respondía: ‘mi paleta es mi firma’. De ahí la importancia de la paleta de Blanes”.
“En la expresión permanente hay una transición entre pintores uruguayos que usufructuaban becas que les daba el gobierno a fines del siglo XIX y principios del XX, donde pintaban con la luz de Europa. Y los ponemos juntos a los que empiezan a pintar, como Cúneo, con la luz de nuestra tierra y son diferentes colores”, explica el especialista. “Él captura nuestra luz”, señala en Blanes.
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El gaucho de Blanes vuelve a casa
No sabemos si es cuando se termina o cuando comienza el día, pero vemos en primer plano un gaucho que nos señala un punto en el horizonte. “El gaucho le está mostrando ese punto, que no sabemos exactamente que nos marca, al visitante. Abre una ventana de ilusión, como Las Meninas de Velázquez, e incluye al espectador”.
“El caballo y el atuendo del gaucho también es típico de la pintura de Blanes: son modelos italianos por lo general, y son gauchos muy bien vestidos, muy pulcros, en oposición a los gauchos matreros, contrabandistas, violentos, que huían de la policía o que no respetaban las normas en ese Uruguay semibárbaro hacia la modernidad. Realmente Blanes al haber nacido en 1830 convivió con ellos, no se lo contaron”, señala el curador sobre esta forma estilizada en las figuras de Blanes.
El centro de una exposición en la que se rodea de otros gauchos. Una selección de 11 piezas que pertenecen a la colección del MNAV en distintas tareas camperas, no sólo contemplando en su palenque, tomando mate y mirando el horizonte, sino en algunas tareas que cumplían en este pasaje a trabajador rural.
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Junto a sus hermanos, la magnitud de este gaucho que regresa al Uruguay es evidente. Una pintura de un metro diez por un metro treinta que rompe con la norma de los “gauchitos”, como se conocen con afecto, de formato pequeño. También, junto a la selección que lo acompaña, se hace evidente cierta sofisticación en la técnica y la mirada del artista.
El último (al menos, hasta ahora) gaucho de Blanes volvió a casa. Y está a la vista de todos.
Este sábado 13 de abril a las 17:00 se llevará a cabo una visita guiada de la exposición El gaucho de Blanes vuelve a casa a cargo del director Enrique Aguerre.