Doña Celia comenzó con trabajo de parto. Habían celebrado un nuevo aniversario de la Jura de la Constitución y ya era 19 de julio. Faltaban tres meses para que comenzara la peor huelga que tuvo el fútbol uruguayo. La partera pidió toallas calientes en aquella casa de Oribe 347 y Larrobla, a pocas cuadras del Estadio Campeones Olímpicos de Florida, porque se venía el sexto y último hijo.
Genaro, el comisario del pueblo, estaba expectante de que fuera otro varón, porque quería que llevara su nombre. Y allí nació Atilio Genaro Ancheta.
“Era el más llorón de todos y el más consentido”, cuenta entre risas Atilio a Referí desde Santo Antonio da Patrulha, a 80 kilómetros de Porto Alegre. Y el linaje tricolor, ya lo traía desde aquella cuna de la calle Oribe. “Me llamo Atilio por Atilio García, porque mi papá era fanático de él y de Nacional. Lo que son las cosas, después lo conocí y le conté que me llamaba así por él. Lo conocí en el bar de Avelino en 8 de Octubre. Avelino fue como mi segundo padre, nos mataba el hambre, porque sufrimos bastante en aquella época en la que era juvenil en Nacional”, agrega.
Celia y Genaro, los padres de Atilio Ancheta, quien guarda con enorme cariño esa fotografía
Él ya había llegado a Montevideo para probarse en la Quinta división y allí vivió en el Parque Central. Pero una vez que quedó, al poco tiempo, pasó a vivir en una pensión.
“Te soltaban en una pensión cerca del Parque Central y comías lo que podías. Comprábamos pan, con 100 gramos de chocolate que hacíamos con agua. Sufríamos un poco esa parte. No era como hoy que el jugador tiene otro prestigio. Avelino siempre nos daba algo cuando nos veía pasar. ‘Vengan todos los días al mediodía’, nos decía. Cuando vine para Gremio –cuenta desde Brasil–, que era mi momento de ganar algún dinero, yo había comprado una casita apartamento chica, de bajos y altos y vivía con mi hermana Sonia, que la había llevado para que me hiciera la comida. Cuando se dio la posibilidad de ganar un dinerito, le dije a Avelino que iba a vender la casa, y se la quise vender a él. Mis padres fueron maravillosos, pero ellos estaban en Florida, y él me crió como un hijo”, recuerda.
Atilio Ancheta con su hija Gabriela a fines de los años de 1970
Dice que en su primera salida con Nacional a Perú, era tercer suplente detrás de Jorge Manicera y Elgar Baeza. “Gané un dinero de premio y compré un televisor chiquito y se lo regalé a Avelino. No compré para mis padres, porque no me daba para más. Lo hice a modo de agradecimiento, porque me mataba el hambre. Fue muy importante en mi vida. Cuando me vine para Porto Alegre, nunca le cobré la casa. Me sentí muy feliz de hacer eso. Recuerdo que en Florida, cuando iba a visitar a mi familia, mi madre me hacía pan, y yo le pedía que lo hiciera grande para darle a mis otros tres compañeros de la pensión. No le podía decir que pasaba hambre, porque si no, mi viejo me llevaba para casa”.
La infancia en Florida y la adolescencia en Punta del Este
El fútbol fue su pasión desde niño. No existía entonces el baby fútbol y tres de sus hermanos, Héctor, Eduardo y Nelson, fundaron el club San Lorenzo en Florida, con los amigos del barrio y él se sumó. “Jugaba de ‘5’ porque tenía mucho ida y vuelta, corría mucho, y tenía bastante habilidad y confianza en lo que hacía. Así llegué a la selección juvenil de Florida con 13 años”.
A esa edad, empezó a trabajar en su ciudad. “Fui carnicero y casi me corto un dedo con la sierra –tengo una gran cicatriz– y luego fui a panadero. Fue una delicia porque comía muchos bizcochos. A las 4 de madrugada ayudaba al panadero a hacer el pan y luego salía en un triciclo repartiéndolo”.
Un jovencísimo Atilio Ancheta en un partido de Nacional con su ídolo, Emilio “Cococho” Álvarez
Todos sus hermanos varones se fueron a jugar al fútbol en Punta del Este y les consiguieron trabajo, entonces enfiló hacia allí. “Llegué y empecé a jugar en el club Punta del Este. Toto Carratú tenía un bar y me dio trabajo. Y luego trabajé en el restorán Playa Brava que está al lado de donde hoy está la mano de Punta (que en aquel momento no existía)”.
Entonces comenzó a trabajar “de mozo en el bar y limpiaba la cocina. Tenía también un puesto de venta de comida en la playa y vendía sándwiches y bebidas”.
Cuando se lo consulta sobre si tuvo ídolos ya de niño, extrañamente –o no, como se verá–, habla de un músico y no de un futbolista.
“Lucho Gatica era mi ídolo por los boleros”, responde enseguida. Y agrega: “El fondo de mi casa daba para la de una niña que tenía parálisis infantil. Había un árbol y yo me subía y le cantaba boleros siendo un niño”.
Toda la estampa de jugador de Atilio Ancheta en Gremio de Porto Alegre
Futbolísticamente, también habla de ídolos. “Atilio (García) fue uno de ellos por mi padre, y después, Emilio Álvarez, con el que terminé jugando. Era increíble. Baeza, Manicera y él. Ellos tres me ayudaron mucho, les copié mucho para aprender. Emilio (Cococho) era un sensacional cabeceador y muy bueno con la pierna izquierda, Baeza también, y Manicera poseía una gran técnica”.
En junio de 1965, su amigo Toto Carratú lo recomendó para Nacional, porque no quiso ir a Peñarol.
Atilio Ancheta en la actualidad: bien gaúcho, con mate y la camiseta de Gremio puesta
“El técnico era Julio San Vicente. Llegué a prueba, pero había llovido mucho. Entrenábamos en un campo lleno de barro y ahí no me destaqué. Me llamó y me dijo: ‘Pasó una semana y no se destacó. Pero Toto Carratú que es amigo, sabe de fútbol y no puedo creer que se haya equivocado con usted’. Yo le contesté: ‘Bueno, le agradezco. Me vuelvo a Punta del Este’. Y me respondió: ‘No, esperemos una semana más’. Y en esa semana, se lesionó el zaguero central, y yo seguía de ‘5’. Entonces me dijo: ‘¿No juega de back?’. Me puso de titular y en esa semana me volvió a hablar: ‘Me gustó mucho, lo voy a contratar y el campeonato comienza la semana que viene’. Era la Quinta división”.
La alegría de ganar la primera Copa Libertadores de Nacional
Atilio recuerda que debutó en Quinta ante Huracán Buceo y que ganaron 1-0. “Al final, me dijeron que tenía que firmar el formulario y de los nervios, le puse el dedo y todos se reían (él también se ríe cuando lo cuenta). Fui campeón en todas las categorías”.
Su padre lo fue a ver con su padrino “que tenía una camionetita, una Ford T. Era como ir en carreta (se ríe a carcajadas)”.
Atilio Ancheta jugando en Nacional y anticipando a Ruben Martínez de Sud América
De a poco, su nivel de juego comenzó a destacarse hasta que debutó en la Primera división con Fernando Riera como técnico, aunque su primer partido oficial, lo dirigió Roberto Scarone.
Con su juventud, debió enfrentar a Alberto Spencer, Juan Joya, Pedro Virgilio Rocha, y otros enormes futbolistas de Peñarol en clásicos. Sin embargo, un axioma lo acompañó siempre y no claudicó.
“Tenía un pensamiento de dar el máximo de mí y nunca tuve miedo de enfrentar a nadie. Ni a Pelé, ni a Eusébio, ni a Spencer, ni a Joya, y siempre dando el máximo. Nunca me preocupé contra quién iba a jugar. Sabía que enfrentaba a un gran jugador y que yo tenía que ser mejor que él. Al otro día, leía el diario y veía los puntajes que me habían puesto: ‘¡Pah! Tengo 8, 9 o 10. Ahí me daba cuenta si jugaba bien. Nunca supe evaluarme, esperaba lo que decía la prensa”, cuenta.
Recuerda que “con Pelé, después del Mundial de México 70 y cuando yo ya estaba en Gremio, nos enfrentamos y me dijo que la famosa jugada que hizo contra Mazurkiewicz, eludiéndolo sin la pelota, no pudo hacer el gol por mí. Que lo erró por mí. Cuando dribleó a Mazurkiewicz, yo pensé: ‘Llego al arco y no tengo cómo parar’, y él pensó que no había nadie y la iba a tocar despacito. Me contó: ‘Cuando te vi, le pegué más fuerte y lo erré’”.
Aquí se puede ver esa jugada y cómo se tira de cabeza Ancheta tratando de que Pelé no convirtiera:
La Copa Libertadores que ganó con Nacional en 1971, la primera de las tres que tienen los tricolores, lleva un lugar en su corazón.
“Llevaba una virgencita de San Cono y la ponía siempre en el vestuario en todos los partidos y ahí hice una promesa. Si éramos campeones, me iba caminando hasta San Cono”, comenta.
Recuerda mucho la final contra Estudiantes de La Plata en Argentina.
El equipo de Nacional que jugó la final de la Copa Libertadores de Améica de 1971 en Argentina contra Estudiantes de La Plata: arriba, Juan Martín Mugica, Manga, Juan Masnik, Juan Carlos Blanco, Atilio Ancheta, Julio Montero Castillo; abajo, Ignacio Prieto, Ildo Maneiro, Víctor Espárrago, Luis Arime y Julio César Morales
Así lo explica: “En aquellos partidos (Luis) Artime fue sensacional. ¡Qué persona! ¡Sensacional! Teníamos una amistad entre todos y merecíamos ser campeones. Nos juntábamos entre las familias para hacer cenas. En Argentina fue tremendo, nos pinchaban con agujas, no es un mito. ¡Fue verdad! Cacho Blanco decía: ‘¿Qué está pasando?’ Y yo le contestaba: ‘Nos están pinchando’. Y le decíamos al árbitro y no les daba bolilla. Sucedía principalmente cuando íbamos a cabecear en ofensiva”.
Luego de la final de Lima, en la que Nacional fue campeón, algunos meses después, junto a Juan Masnik y Ruben Bareño fueron a cumplir la promesa, caminando hasta San Cono.
“Lo hicimos después de ganarle a Peñarol un partido 2-1. Después de medianoche salimos a caminar, porque queríamos llegar de día. Bareño se lastimó el pie y terminó llegando en coche. Usamos cuatro o cinco pares de zapatos, alpargatas. Por momentos, trotábamos y luego caminábamos”, dice.
Nacional campeón de la Copa Libertadores 1971
Y tras volver a Montevideo, al otro día lo llamaron de Gremio para contratarlo. “Todo el mundo en mi familia quedó contentísimo”.
Recuerda que en Nacional, su técnico de entonces, el Pulpa Washington Etchamendi, era un personaje.
“Era macanudazo, una persona muy respetuosa. Era duro, pero muy respetuoso. Me enseñó mucho de comportamiento en campo. ‘Tenés que tener personalidad’, me decía, y ahí aprendía a siempre ser el mismo. Una vez, habíamos ganado un partido en Paraguay, y alguien me invitó a salir de noche, ya estábamos sin compromiso. Yo no tomaba casi nada. Le pedí permiso al Pulpa y me dijo: ‘No, ustedes no pueden, son muy jóvenes’. Y no me dejó salir (se ríe)”.
Cuarto en el Mundial de México 70 y elegido el mejor zaguero
Con Uruguay clasificó al Mundial de México 70. Los celestes pasaron raspando la serie y enfrentaron en un partido emotivo a Unión Soviética, a la que vencieron con una avivada de Luis Cubilla y un gol de cabeza de Víctor Espárrago en el final del alargue.
“Rocha se lesionó en el primer partido, Cascarilla (Morales) fue operado de la rodilla en pleno Mundial y siguió jugando. Contra Unión Soviética fue maravilloso ganar con aquel gol de Espárrago. El equipo era muy unido, con grandes jugadores que respetaban y eso nos daba confianza a los más jóvenes”, explica.
La selección uruguaya en el Mundial de México de 1970; arriba, Juan Mugica, Ladislao Mazurkiewicz, Roberto Matosas, Luis Ubiña, Atilio Ancheta, Julio Montero Castillo; abajo, Luis Cubilla, Julio César Cortés, Dagoberto Fontes, Ildo Maneiro y Julio César Morales
Se venía Brasil en las semifinales que había jugado todos sus partidos en Guadalajara. El fixture marcaba que debía viajar al DF de México, la capital, para enfrentar a Uruguay. Sin embargo, la historia cuenta que no fue así. Brasil se movió y los celestes debieron cambiar todo a último momento.
Atilio Ancheta en un partido en el que defendió a la selección uruguaya
Así lo recuerda Ancheta con pesar: “Fue un absurdo todo. El horario que viajamos, el hotel, el horario de la llegada. Nos fueron a avisar que cambiaba la sede, un día antes del partido a las 11 de la noche. Los dirigentes estaban en Acapulco y no fueron a la reunión. Cuando supimos, eran las 11 de la noche y tuvimos que hacer las valijas de apuro. Tomamos un café frío en la escalera del hotel, hicimos120 km hasta el DF desde Puebla, llegamos al aeropuerto y nos subimos al avión de madrugada. Llegamos a Guadalajara con un calor tremendo. En el hotel, algunos no teníamos aire acondicionado, había una boite y un ruido que no nos dejaba dormir. Y al otro día teníamos que jugar con 35 grados. Ellos eran locales ahí, aunque tenían un cuadrazo”.
Atilio Ancheta con Gremio y Pelé con Santos, se enfrentaron varias veces en Brasil; también con las selecciones de Uruguay y de Brasil
Del partido dice que habló “mil veces en el campo y le hice una falta a la entrada del área a Pelé y lo levanté, y (Dagoberto) Fontes, le había pisado la mano y quedó furioso”.
Atilio Ancheta con la selección uruguaya ante Alemania jugando de delantero en el Mundial de México 70
En el partido por el tercer puesto ante Alemania Occidental, Uruguay fue mucho más, pero perdió 1-0. Como esa selección, insólitamente, no tenía un número ‘9’, un centrodelantero de área, cuando ingresó Rodolfo Sandoval, el técnico Juan Hohberg, le pidió a Ancheta que fuera a jugar de ‘9’. “Como cabeceaba, me mandó arriba, pero el arquero de ellos se atajó todo. Merecimos ganar”.
Luego de la final, fue elegido como el mejor zaguero de la Copa del Mundo.
La medalla al mejor zaguero del Mundial de México 70 que recibió, y aún guarda, Atilio Ancheta
“Defender a Uruguay en un Mundial significó mucho para mí porque era algo que anhelaba. Nunca pensé que iba a ser elegido el mejor jugador en mi posición en el Mundial. ‘Soy el mejor’, le dije a algunos compañeros que estaban hablando. (Juan) Mugica me miró y me dijo: ‘¿Qué te pensás ahora, que sos un fenómeno? ¿Te agrandaste?’. Y me di vuelta y me puse a llorar. Me parecieron fuertes las palabras, porque no lo dijo en broma y yo estaba loco de la vida”.
El enorme álbum lleno de recortes de diario del Mundial de México 70 que le regaló una señora cuando volvieron de la Copa del Mundo y que Atilio Ancheta aún atesora
Cuando volvieron a Montevideo como cuartos del Mundial, había muy poca gente esperándolos. Algo muy diferente a la fiesta que se dio con el cuarto puesto de Uruguay en Sudáfrica 2010. “Llegué y me sorprendió que una señora de edad me esperaba. ‘Tengo un regalo para usted’, me dijio y me dio un álbum de todas las fotos del Mundial, que todavía lo tengo guardado. Es enorme de tamaño. Yo era recién casado y mis hermanos me fueron a buscar. Me fui a Florida al otro día y le compré a mi padre una motito y yo también me compré una moto, pero no la usé. Fuimos cuartos, fui el mejor zaguero del Mundial, y gané US$ 2.000, dos pares de zapatos, uno Adidas y otro Puma, y una medalla que todavía la guardo”.
El dolor por no estar en el Mundial 74
Ancheta la rompía en Gremio de Porto Alegre. Fue elegido como el mejor jugador del Campeonato Brasileiro por la prestigiosa revista Placar en 1973, la que entregó entonces el primero trofeo de la historia de la Bola de Ouro. Ancheta se lo ganó.
Atilio Ancheta con la Bola de Ouro que le entregó la revista Placar como el mejor jugador del Campeonato Brasileiro de 1973; fue el primero de un trofeo que ya es histórico en Brasil
Pero quedó fuera de la convocatoria final para el Mundial de Alemania 74. Y aún siente dolor por cómo lo “ensuciaron”.
“Me trataron mal porque dijeron que no quería ir al Mundial porque pedía dinero. Me ensuciaron y mis padres me llamaron a Porto Alegre para que lo aclarara mejor. Viajé especialmente a Montevideo, hablé con dos dirigentes en un clásico: ‘Quiero aclarar esto’, les dije. Al rato, nos pusimos de acuerdo y firmamos unos papeles en los que yo les decía que me dieran la plata, que yo se las devolvía después del Mundial. Ellos no querían pagarle a Gremio lo que yo ganaba por mes y yo estaba dispuesto a cobrar menos. De tan contento que me quedé, me olvidé de agarrar mi hoja firmada. Cuando pasaba la frontera con mi familia volviendo a Porto Alegre, escuché en la radio que no hubo acuerdo con Ancheta por problemas financieros y que (Baudilio) Jauregui llegaba gratis desde River argentino. Me trataban de mercenario, y yo si hay algo, es que soy intachable. Dios sabe lo que yo hice. Hasta hoy me remuerdo que me hayan tratado de esa manera que no merecía”.
Atilio Ancheta, Manga y Jorge Cardaccio, con la copa de campeones del Torneo Gaúcho 1979 defendiendo a Gremio de Porto Alegre
De su época en Gremio recuerda que anduvo “bárbaro, pero el equipo no andaba. El Torneo Gaúcho era el más importante en aquel momento porque cuando yo llegué, Internacional llevaba siete años seguidos ganándolo. Lo gané dos veces, con Manga en el arco y Jorge “Bocha” Cardaccio”. Además, fue uno de los primeros en dejar, como homenaje hacia él, la huella de sus pies en el estadio del tricolor de Porto Alegre.
Atilio Ancheta aparece a la derecha de Walter Corbo, el arquero ex Peñarol, en uno de los equipos de Gremio
Volvió a Nacional en 1982 pero se fue mal con el técnico de entonces.
Así lo explica: “Tuve diferencias con (Ángel) Castelnoble. Nos hacía hacer 25 km dos veces a la semana con Espárrago. Nos quería matar. Jugué unos meses y largué. Me ponía de zaguero pero quería que hiciera goles”.
AFP
Ancheta presentando a Luis Suárez cuando llegó a Gremio
A principios de 2023, Gremio lo llamó para que presentara a Luis Suárez en el primer día del salteño en Porto Alegre.
“Fue una alegría que viniese para aquí. En Gremio solo te respetan. Pude hablar con él y le entregué la camiseta cuando llegó. Me pareció macanudazo”, dice.
Su vida con la música
Más allá del fútbol, Ancheta tiene hasta hoy la pasión de la música. Grabó un disco de boleros y fue estrella en la televisión.
“Canté y canto porque es algo que me encanta. Pude tener mi disco y fue una alegría. Ahora tuve que parar porque me operé la rodilla. Canto en restoranes, fiestas particulares, cumpleaños. Es lo que más me gusta y cantar es maravilloso”, explica.
El disco que sacó Atilio Ancheta con boleros
Hace un par de años fue semifinalista del prestigioso programa La Voz Brasil, compitiendo con varios concursantes.
“Fue impresionante. Fue muy lindo, maravilloso. Me llamaban de todos lados, uruguayos de varios países. Canté tango, ‘Te regalo una rosa’ de Juan Luis Guerra, y distintos tipos de música. En la calle me saludaba todo el mundo. Estuve a punto de llegar a la final”, recuerda.
Atilio Ancheta en el estadio de Gremio de Porto Alegre
Desde 1971 vive en Brasil. Tiene cinco hijos y nueve nietos. Uno de ellos, Rodrigo, juega de ‘5’ y estuvo citado por una selección uruguaya juvenil.
El legado de Atilio Ancheta en el fútbol es gigante. En Nacional y en Gremio lo recuerdan como un grande que fue. Con la celeste, se llevó un gran premio de un Mundial. Porque tiene la sangre de los elegidos.