Uno de los futbolistas uruguayos que integró la selección Sub 17 que jugó la final del Mundial de la categoría en 2011, se encuentra en situación de calle en la ciudad de Minas.
Uruguay, dirigido por Fabián Coito en aquella oportunidad, perdió 2-0 en la final contra el local, México.
Sebastián Canobra ingresó a jugar los últimos minutos de ese partido, en momentos en que el fútbol le sonreía. Una década después, se encuentra en una situación muy diferente y piden ayuda para él a través de Facebook.
“Hace unos días conocí a Sebastian Canobra, en su momento fue un excelente jugador de fútbol, tuvo un pasaje por la seleccion sub 17 y sub 20 de Uruguay, jugó en el fútbol Profesional, e incluso llegó a estar en los Estados Unidos. Por cosas de la vida cayó en una adicción y eso lo llevó a hoy está en situación de calle. Es un joven de 29 años, que anda deambulando en nuestra Ciudad de Minas, está en situacion de calle y hablando con él me contó su historia de vida, me pidio ayuda, y dice querer tener un trabajo, un lugar donde vivir y lo que más me confirmó que era cierto, fue lo que me dijo, ‘Quiero dignificarme como persona y volver a jugar al fúbol’, escribió en su cuenta personal Aldrind Elizabeth Arriola.
Agregó que “por esa razón convoqué un grupo de amigos, y entre todos estamos buscando un lugar donde vivir (así sea una pieza con baño) y buscarle un trabajo, y un club en Minas para que vuelva a las canchas. Se que se puede interpretar como muy loco creer que se pueda ayudar a alguien que cayó en la adicción, pero debemos creer y confiar en los gurises que quieren salir adelante, y mas aún Sebastián que tiene todavia un futuro como deportista. Por esa razón convoco a todos los amigos que tengo, esos futboleros, esos de gran corazón, esos que todavía creen en que se puede ayudar. En estos días los vamos a llevar a la peluquería para cortarle el pelo y que se afeite, le estamos juntando ropa, y queremos ver si alguien nos ayuda a conseguirle un trabajo. Les dejamos un número de contacto (091084800) para ver si entre todos podemos ayudar a este gurí a salir de la calle”.
La historia de Sebastián Canobra
La historia de Sebastián Canobra fue contada en una nota de Referí que se publicó el 29 de julio de 2018.
Este fue el artículo publicado hace seis años:
Canobra nació en Maldonado hace casi 24 años, se formó en Atenas de San Carlos donde llamó la atención de Fabián Coito quien lo llamó para sumarse a la selección que preparaba el Sudamericano sub 17 en Ecuador en aquel año. Fue titular en tres de los cinco partidos de la fase final con la 18 en la espalda.
Siempre en la sala de máquina de la mitad de la cancha, fue uno de los elegidos para disputar el Mundial de la categoría en México. A partir de ahí, la historia es más conocida: seis partidos jugados y de pronto llega una final contra el local en un estadio Azteca con casi 99 mil personas. Como para no quedar mudo al conocerlo, según cantaba Calamaro.
“En el momento no te cae la ficha, porque te lo tomás como si fuera algo natural. Después te pones a pensar que fuiste un privilegiado por vestir la celeste” reflexiona Canobra al referirse a aquella final. Los focos apuntaron a una generación que prometía, desde aquel Mathías Cubero guante de oro, la dupla de zagueros de Emiliano Velázquez y Gastón Silva, el buen volante Leonardo Pais, el todo terreno Jim Morrison Varela y la facilidad con la que hacían goles Rodrigo Aguirre y Juan Cruz Mascia.
Canobra en Curazao
Recibimiento multitudinario en el aeropuerto y caravana correspondiente, en Uruguay los éxitos juveniles se festejan a lo grande.
A Sebastián lo llaman de Peñarol: “Fui con ganas y expectativa. Era otro momento, veníamos de ser vicecampeones mundiales, iba con otra euforia y otra mentalidad. Con ganas de crecer, con otras aspiraciones” recuerda. Pero el plan se torció, como se torció su rodilla. Ligamentos cruzados, meniscos y sueños rotos.
Los meses de recuperación se transformaron en años, y Sebastián comenzó a replantearse si continuar intentándolo como futbolista. Con esas dudas estaba cuando su hermano Gabriel (los Canobra son muchos) va junto a otro uruguayo a jugar a Curazao.
Curazao era la capital del extinto país Antillas Holandesas que se fue desmembrando de a poco. Primero se separó Aruba y en 2010, plebiscito de por medio, lo hicieron Curazao y Saint Marteen. Estas tres islas son países autónomos dentro de los Países Bajos, sus ciudadanos siguen siendo ciudadanos holandeses y si bien tienen un gobierno propio, las relaciones internacionales y la defensa corren por cuenta de Holanda.
Curazao está ubicada muy cerca de Venezuela, solamente a 300 kilómetros en línea recta de Caracas. La isla fue descubierta en 1499 por el explorador español Alonso de Ojeda, teniente de Cristóbal Colón. En ella vivían los indios arahuacos. La isla sirvió de puente entre el Caribe y Sudamérica. En 1634 pasó a dominio holandés y en el siglo XIX tuvo períodos de dominio británico.
A su vez Willemstad, la capital, fue durante el siglo XVII el centro de comercio de esclavos por parte de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales.
Cuando la esclavitud fue abolida en 1863, los Países Bajo promovieron la llegada de mano de obra desde India e Indonesia. A raíz de todo esto hoy en día existen cerca de 50 nacionalidades diferentes en Curazao, un país de solo 142 mil habitantes.
Sebastián no sabía nada de esto cuando armó las valijas, no es que importara mucho, era una oportunidad de volver a sentirse futbolista. “Es un país sencillo y muy cómodo. Hablan español bastante. El idioma local, papamiento, es una mezcla de holandés y español. Lo comprendo bastante, hablarlo me cuesta. Entiendo y después respondo a las señas”, dice Sebastián.
Su equipo hace un año y medio es el RKSV Scherpenheuvel, que lleva ese nombre por una ciudad flamenca en Bélgica llamada Scherpenheuvel-Zichem. Flandes, al norte de Bélgica es una zona muy vinculada a los Países Bajos, pero esta ciudad es famosa por ser un lugar de peregrinación católica, en medio de una región donde la religión mayoritaria es protestante. La leyenda cuenta que donde está la basílica de Nuestra Señora de Scherpenheuvel había un roble con una estatua de la Virgen María y al dar tres vueltas alrededor se cumplían las plegarias.
Un equipo con nombre de una ciudad belga, en una isla que supo ser colonia holandesa. Bienvenidos a Curazao y su crisol de nacionalidades. De Curazao era la madre de Patrick Kluivert, que conoció a Kluivert padre en otra excolonia holandesa, Surinam. Por esos vínculos, Patrick supo dirigir a la selección de Curazao en las primeras fases de la Eliminatoria mundialista hacia Rusia. Superó a Monserrat y Cuba en las dos primeras fases y cayó con El Salvador en la tercera.
Cuenta Canobra que “Su fútbol no es profesional. Es un fútbol medio bruto, muy físico, aguerrido. Lo que me sorprende muchos de ellos, es que siempre intentan salir jugando por abajo, nunca vez un pelotazo. Así se equivoquen, siempre intentan salir jugando”.
“Puede salir, puede salir” repite Sebastián cuando habla de su futuro. “Las aspiraciones siguen estando. Pero los jugadores de fútbol vivimos una realidad que es el día a día. Tengo 23 años y me genera expectativa que de vez en cuando me contacten para demostrar interés. Quizá haya una posibilidad de ir a Estados Unidos, para seguir subiendo escalones; es un trabajo duro” comenta el uruguayo.
Otro hermano Canobra, Santiago, integra una murga llamada Ataja la Gata. En uno de sus espectáculos decía: “¿Cómo podemos hacer para sobrevivirnos? Para no matar de un disparo los retratos y lejanos recuerdos de un sueño, que se fue haciendo a los golpes, con gritos y reproches pero que siguió siendo cuando yo no era y seguirá siendo cuando yo ya no sea”. Vaya a saber uno a que se referían, pero bien podrían estar hablando de fútbol.