Cae la tarde en Miami, y Fernando Arciniega se hace un momento para atender la llamada de El Observador. Director y fundador del Ibero-American Film Festival (IAFFM) de esa ciudad estadounidense, aclara que está corriendo de un lado al otro, ultimando detalles para la que será la sexta edición del evento. Y no es para menos, faltan pocas horas para que el festival de inicio a la que será su versión más grande hasta ahora, en duración, cantidad de secciones y salas en las que tendrá lugar.
Un evento que empezó como una jornada de proyecciones con una doble finalidad benéfica y de difusión del cine hecho en Iberoamérica que se expandió primero a cuatro días, después a seis, y este año a nueve días, además de que por primera vez tendrá lugar en tres salas, y agrega competencias de documentales y animación, además de mantener sus secciones dedicadas a nuevos talentos, cine de género y cine social.
“Todo eso me da un poco de ansiedad”, dice al otro lado del teléfono el director del festival, con la mezcla entre el orgullo por ver los frutos del riesgo tomado, y los nervios lógicos que genera una apuesta de este tipo.
Nacido en Colombia pero residente en Miami de larga data, Arciniega empezó este proyecto combinando dos elementos clave de su vida: su cinefilia y su involucramiento en distintas organizaciones sociales y benéficas. “El festival empezó como una noche de cine para recaudar fondos para la fundación Manos del Sur, que tiene como finalidad ayudar a la niñez en América Latina en temas de educación y salud”, explicó.
“Yo en un momento era socio del Festival de Cine de Miami, que siempre prestó atención al cine iberoamericano, pero sentía que no era suficiente, porque ese festival es internacional, entonces tiene que cubrir al cine de todas partes del mundo: el asiático, el europeo, incluso el estadounidense. Entonces nos quedábamos cortos. Y se unieron esas dos cosas para empezar esto”, agregó.
Nacido en 2016 como el festival Indie Pasión, el festival empieza entonces este 2 de febrero su nueva entrega, que tendrá a España como país invitado, y en el que se proyectarán películas procedentes de nueve países de Iberoamérica, incluyendo dos coproducciones argentino-uruguayas: por un lado está Como el mar, protagonizada por las actrices argentinas Zoe Hochbaum y Sofía Gala, junto a la española Carmen Maura, y filmada en buena parte en Cabo Polonio, que compite en las secciones Visiones contemporáneas (enfocada en cine de género), y Panorama Latino (centrada en películas que tienen su estreno en Estados Unidos).
La otra es Asfixiados, encabezada por Leonardo Sbaraglia y Julieta Díaz, que también se filmó en Uruguay y tendrá una proyección especial durante el evento.
El contingente local lo redondean dos documentales: El retrato de mi padre y Ad10s.
Arciniega explicó que uno de los puntales del IAFFM es el de poner el foco sobre los nuevos talentos, y encontrar a las nuevas voces del cine de la región. De ahí que una de las competencias esté centrada en primeras o segundas obras, y que también haya espacios para work in progress (películas que no están terminadas que buscan apoyos para ser finalizadas) o una importante presencia de charlas, mesas redondas, conferencias y encuentros entre artistas y referentes de la industria cinematográfica, de otros festivales o de plataformas de streaming.
“Nos preocupa que las nuevas voces tengan su lugar”, explica el director del festival. “Nosotros tuvimos una experiencia con un director colombiano que estrenó su ópera prima en el festival, y se le abrieron las puertas para trabajar en Estados Unidos y tener una carrera muy buena, eso para nosotros fue muy satisfactorio, y por eso también al momento de seleccionar las películas que concursan apuntamos allí”, agregó, señalando que el festival permite a muchas de esas producciones tener acceso a las pantallas estadounidenses.
“Siempre encontramos nuevas alegrías en esa línea. Este año hay en el festival una película que viene después de haber participado en los talleres de work in progress del año pasado”, explicó.
La otra ventaja que da el evento a las voces emergentes es la posibilidad de hablar con figuras establecidas en la industria y que ya tengan un recorrido en el cine iberoamericano, sean actores, directores o profesionales de otras ramas del cine. “Queremos que se sienten a la misma mesa que ellos y puedan crecer”, afirmó.
Arciniega establece que para el cine iberoamericano “han caído muchas barreras” en lo referido al acceso a Estados Unidos. “Hay un interés, y se preocupan por ejemplo en que los festivales de cine tengan presencia del cine de la región. Pero el tema es que haya espacios suficientes para todos, porque cada vez se hace más cine en esta parte del mundo. Y no solo en los países grandes, que tienen industrias fuertes, como España, México o Argentina, sino también en países que a nivel internacional no son tan conocidos y visibles en lo cinematográfico, como Panamá, Colombia, Perú y también Uruguay”, afirmó.
Esa necesidad de seguir generando espacios fuera de fronteras para la producción regional, a la vez que se fortalecen los lazos entre los distintos países de Iberoamérica significa también que el festival presta atención al cine que retrata los problemas propios de cada uno de los países que componen la región, o que se enfocan en las cotidianeidades de esos lugares. “Eso también interesa a los locales, y es importante mostrar tanto lo bueno como lo malo de nuestra realidad, que el cine sirva para que otros lugares del mundo conozcan nuestro día a día”, dijo el director.
“Se le presta más atención al cine que hacemos, pero falta todavía”, concluye Arciniega. “Por ejemplo, si ves las nominadas al Oscar en Mejor película internacional no hay ninguna película latinoamericana, solo está La sociedad de la nieve, que tiene talentos y producción uruguaya y argentina, pero es una película española en definitiva. Todavía nos tienen que valorar más y nuestras películas tienen que verse más, pero siento que estamos en un mejor lugar que antes”.