El país político estaba enfervorizado. En plena dictadura, se venía un plebiscito para crear un régimen constitucional que le diera el apoyo y, a su vez, que reemplazara a la Constitución de 1967. Uruguay llevaba siete años y medio de silencio obligado y esos días de noviembre, parecía otro país. Cuando faltaban exactamente tres semanas para aquel que sería un domingo histórico en el que triunfó el “No”, el 9, también domingo, nació un niño que la iba a romper. Fue en Montevideo, no en Florida como muchos creen.

Mientras tanto, el Estadio Centenario, lugar en el que gritó muchos goles, se estaba poniendo las últimas pilchas nuevas, porque se preparaba para la Copa de Oro. Uno de los jugadores de aquel inolvidable equipo de Uruguay, Hugo De León, luego dirigiría –en dos etapas distintas en Nacional–, al protagonista de esta nota.

AP

Nicolás Vigneri, Martín Ligüera y Marcelo Broli en 2003 para jugar con la selección de Carrasco ante Irak en Irán

Martín Ligüera es el mayor de tres hermanos, todos varones, y a sus dos años, sus padres, ambos floridenses, se lo llevaron a Florida, a donde retornaron.

“Si bien nací en Montevideo, me crié en Florida, en el barrio Los Álamos, pasando la vía, al lado de la cancha de Candil, del club del que soy hincha”, recuerda Ligüera para Referí.

Cuenta que su mamá, Graciela, lo tuvo muy joven, “a los 19 años, y entonces con mi padre, decidieron volver a Florida”.

Y agrega: “Mi padre Ricardo fue jugador, técnico y presidente de Candil, mis hermanos, Diego y Sebastián jugaron los dos. Yo no pude jugar porque no tenía baby fútbol”. Pero dice que “Cono Aguiar es el presidente y a principios de 2018, ni bien me retiré como futbolista, armó un partido para que jugáramos los tres hermanos. Estuvo muy bueno y me pude dar el gustito de jugar con el club del que soy hincha desde chico, aparte de Nacional, claro”.

@pablolissio

Martín Ligüera con sus hermanos Diego y Sebastián jugando para Candil de Florida tras su retiro, el otro club del que es hincha, aparte de Nacional

Su papá era carpintero y lamentablemente, como muchos, murió en el inicio de la pandemia mundial por coronavirus. Graciela, su mamá, era repostera y en Montevideo trabajaba en el Emporio de los Sándwiches.

Martín recuerda que su padre tenía como ídolo a Hugo De León y era fanático de Nacional. Justamente, como se indicó, fue técnico en dos ocasiones distintas en los tricolores del propio Ligüera.

Así lo cuenta: “Hugo De León era el ídolo de mi viejo, quien, además, era fanático de Nacional. Entrabas a su carpintería y estaba llena de posters de Nacional de 1988 y de otros equipos del club. Aparte cumplía el mismo día, el 27 de febrero”.

A aquella carpintería en medio de la ciudad de Florida, asiduamente concurría un futbolista quien, mientras jugaba en la capital, también trabajaba en otros menesteres. Se trataba de otro floridense como Gerardo Pelusso.

“Gerardo me conocía de niño, porque él trabajaba con cosas de mimbre, y mi viejo, como carpintero, se las cortaba a medida”, dice Martín.

El “delantero” que llegó a Nacional

No pudo jugar en Candil, como dijo, porque no tenía baby. Entonces defendió a Quilmes de Florida, pero jugaba en otra posición a la que siempre se lo conoció.

“Yo era delantero y disfrutaba mucho. Jugué en ese puesto hasta la Séptima de Nacional”, explica.

¿Y cómo llegó a los tricolores? Lo cuenta: “Por intermedio de Julio Tarrech que me llevó a AUFI de Nacional. Vine a Montevideo con 12 años. Los primeros dos años, viajaba cuatro veces por semana de ida y de vuelta. Tres para practicar y el domingo para jugar. Cuando tuve 14, mi viejo consiguió laburo en Montevideo y nos fuimos todos de regreso a la capital, pero ahí, ya tenía a mis dos hermanos. Nunca le pregunté si hizo eso por mí, para estar conmigo y no dejarme solo en la capital a esa edad, puede haber sido así. Aunque recuerdo también que fue un trabajo importante por el que todos nos vinimos”.

Ligüera anotó 37 goles en sus cuatro etapas en Nacional

El respaldo de la familia fue muy importante para aquel chiquilín que soñaba con jugar en la Primera de Nacional y vestirse de celeste.

No obstante, ahí sintió el primer gran cimbronazo de su vida. El cambio del liceo de Florida al Bauzá, en pleno Paso Molino, fue muy grande.

“Había cursado hasta segundo de liceo en Florida y después vine al Bauzá. Fue un cambio brusco. Estaba totalmente controlado y de un día para el otro pasé a ‘manejate como puedas’. Porque en Florida éramos pocos y la adscripta conocía a mi viejo y le preguntaba por qué había faltado o le contaba cómo me iba, y acá (en Montevideo) no sabía ni quién era. Realmente fue un cambio que sentí mucho”, sostiene.

20240430 La selección uruguaya que jugó el Mundial de Nigeria 1999: arriba, Fernando Carreño, Gonzalo Sorondo, Fabián Carini, Alejandro Correa Rodríguez, Omar Pouso y Damián Macaluso; abajo, Martín Ligüera, Javier Chevantón, Diego Pérez, Fernando Albermager y César Pellegrín

Víctor Púa le vio pasta de crack y ya lo llamó a una selección uruguaya sub 15, con solo 14 años, aunque lo retrasó en la cancha, en el puesto que haría maravillas con la pelota. Martín recuerda que “fue el primero que me puso de volante a los 14 años. Hasta la Séptima de Nacional jugué de delantero. Me encantaba hacer goles. Tenía la virtud de llegar al área y jugaba de ‘9’. Gerardo Panizza dirigía la Sexta y la Séptima y en las dos categorías fuimos campeones”.

Ya en esa época, tenía a un ídolo futbolístico, y le sumó a otro porque jugaba en Nacional.

La cara llena de festejo de gol de Martín Ligüera

“Mi ídolo era (Enzo) Francescoli. Y ya en Nacional, Fabián O’Neill”, dice.

Con el crack que los tricolores exportaron a Italia y que se codeó con grandes como Zinedine Zidane o Alessandro Del Piero en Juventus, solo por citar a algunos, no tuvo la posibilidad de jugar. “Lamentablemente no se dio, pero me hubiera encantado”.

Explica que luego de sus prácticas con las formativas de Nacional, se quedaba a ver a O’Neill que hacía horas extras en los entrenamientos de la Primera división.

Inés Guimaraens

Ligüera recordó su carrera en el fútbol que aún continúa como técnico

“Admiraba como le pegaba con las dos piernas, cómo se hacía cargo del equipo. Me quedaba en el Parque para ver las definiciones que hacía y era una cosa de locos”, recuerda.

Tenía solo 16 años y el técnico Miguel Puppo lo convocó para estar en el plantel. Podía ser su debut en Primera y nada menos que ante Peñarol por la Supercopa en 1997.

“Con esa edad, yo tenía mucha inconciencia. En ningún momento me di cuenta lo que estaba jugando. Quería jugar a la pelota. ¿Te acordás que antes calentábamos en el túnel? Bueno, yo estaba ahí y cuando me dijeron que me llamaba Miguel (Puppo) y que entraba, cuando iba corriendo hasta el banco, ahí sí se me cruzó todo por la cabeza”. Entró por Rodrigo Lemos a los 71 minutos con solo 16 años y aquel clásico terminó empatado 2-2.

El recordado triunfo ante Defensor que encendió la polémica

Su sexto partido como profesional, el segundo suyo por el Campeonato Uruguayo, fue el recordado encuentro en el que le ganaron 1-0 a Defensor Sporting. Si bien faltaba para terminar el torneo, era el único resultado que le servía a Peñarol para seguir luchando por su segundo quinquenio. Igualmente se tenían que dar varios resultados más, pero hasta el día de hoy hay hinchas de Nacional que recuerdan aquella tarde en la que alguno de esos hinchas, hubiera querido perder. Así, por ejemplo, estigmatizaron a Juan Ramón Carrasco, autor del gol casi en la hora, en un compromiso en el que Álvaro Escames, el arquero tricolor, se atajó todo.

Con el paso de los años, Ligüera, quien jugó los 90 minutos, habla con la madurez obvia para los que jugaron y juegan al fútbol.

Inés Guimaraens

Como técnico, Martín ahora tiene el nuevo desafío de Rentistas

“Yo quería jugar y hacer lo mejor posible para ganarme el puesto. Tenía una ingenuidad bárbara, era un guacho que quería jugar al fútbol. El equipo que entró hizo lo que tenía que hacer un profesional. No hay dos lecturas. Era mi trabajo. No conozco a nadie que quiera que le vaya mal en su trabajo. Si jugaba, quería ganar. Ahora, si hubo errores en otras esferas del club, para que se partido se hubiera afrontado de otra manera, que lo juzguen otros. Tanto mis compañeros como yo, salimos a ganar, como haría cualquiera, y lo hicimos”, dice.

Martín, con la número 7 en la espalda, fue el primero en ir a saludar a Carrasco en el gol que celebraron todos los hinchas de Nacional que estaban en el Estadio Centenario aquella tarde. Luego llegaron algunas voces en contra.

Aquí se puede ver aquel gol de Carrasco y cómo lo festejaron los hinchas de Nacional:

Al año siguiente, llegó Hugo De León para cambiar las cosas e impedir el sexenio del rival eterno, algo que nunca se dio en el fútbol uruguayo.

@VillaEspOficial

Ligüera es el segundo desde la izquierda, entre Julio “Palomo” Rodríguez y Bruno Silva, cuando ganaron la Carlsberg Cup ante Irán en Hong Kong dirigidos por Gustavo Ferrín en febrero de 2003

Hugo no lo tuvo casi en cuenta en su primer pasaje como técnico de Nacional, salvo al inicio en algunos amistosos.

Así lo recuerda: “Tenía mucha personalidad, le quitaba presión al plantel. Muy simple y claro con su propuesta. Tuve más participación con él en mi segunda etapa en 2004. Imponía mucho respeto al plantel, algo que es primordial”.

Allí tuvo con la selección uruguaya su primera gran experiencia internacional, al disputar el Mundial de Nigeria 1999, en el que fueron cuartos. Más allá de lo futbolístico, aquel botija de 18 años, se sorprendió por lo que vio en aquel país africano.

Uruguay en el Mundial de Nigeria 1999: arriba, Carlos Díaz, Gonzalo Sorondo, Fabián Carini, Alejandro Correa Rodríguez, Fernando Carreño y Omar Pouso; abajo, Fernando Albermager, Ernesto Chevantón, Martín Ligüera, Diego Pérez y César Pellegrín

“Me acuerdo mucho la pobreza que vimos. Era 1999, y se notaba la falta de agua que había para la gente. Era duro de ver; fue un golpe de realidad para todos nosotros. En el torneo, le ganamos 2-0 al Brasil de Ronaldinho y los dejamos afuera. Lo marcaba Carlitos Díaz y lo hizo muy bien. Luego fuimos cuartos”, recuerda.

Fénix, Carrasco y la selección mayor

Luego jugaría en Cerro y en Defensor Sporting, hasta que, en Fénix, con su excompañero en Nacional, Juan Ramón Carrasco, explotó el verdadero Martín Ligüera.

“Juan sacó mi mejor rendimiento futbolístico y también mi mayor número de goles. Su propuesta fue revolucionaria. Hubo un antes y un después de Juan. A mí me caía como anillo al dedo tener tres puntas adelante. Él se sentía muy identificado conmigo en la cancha y yo se la devolvía”, explica.

En Fénix se vio a un Ligüera deslumbrante

Y añade: “Fénix siempre me encontró en momentos complicados de mi vida: uno futbolístico, y otro familiar, con un problema de salud con mi hijo Nicolás que me tenía que venir a Uruguay. Nació con un problema renal y con 11 meses, lo tuve que llevar a Estados Unidos para que pudiera sanarse. En lo deportivo, jugamos la Copa Libertadores luego de ser campeones de la Liguilla con Juan (Carrasco) y luego, con Rosario Martínez, logramos la clasificación a la Copa Sudamericana”.

Fénix, y sobre todo, su rendimiento, fueron el trampolín perfecto para ser tenido en cuenta para la selección uruguaya.

La selección juvenil uruguaya en un torneo amistoso, con Ligüera como capitán y en el que aparecen, entre otros, Fabián Carini, Gonzalo Sorondo, Fernando Machado, Damián Macaluso, Juan Pablo Péndola, Fabián Canobbio, Javier Ernesto Chevantón y Alejandro Correa Rodríguez

El primero en llamarlo fue Jorge “Polilla” Da Silva cuando estaba como técnico interino, y debutó contra Venezuela en un amistoso.

Luego, ya con Carrasco, fue número puesto con la 10 en la espalda.

En cuatro partidos seguidos, convirtió sus siete goles con la selección.

Así define su pasaje por la celeste: “Sentí el orgullo de cumplir el sueño de llegar a la selección. Fue algo espectacular para mí”.

En aquel período con Carrasco, jugó un partido que debe ser de los más recordados de los últimos 25 años.

Martín Ligüera disputando su último partido para la selección uruguaya; fue ante México. en octubre de 2005

Uruguay enfrentaba a Brasil por las Eliminatorias para el Mundial de Alemania 2006. Jugaban de visitantes en Curitiba. En menos de media hora, y con baile, los brasileños con Rivaldo, Ronaldo, Cafú, Kaká y Zé Roberto, entre otros, ganaban 2-0.

Lo cuenta Martín: “Ese partido fue increíble. Sobre todo, por cómo pasamos de estar totalmente superados, a darlo vuelta. Me sorprendió el cambio tan drástico que tuvieron ellos por un gol que hicimos nosotros a cargo de (Diego) Forlán. Los desacomodó del todo. ¡Y cómo se nos escapó el partido con un gol en la hora de Ronaldo para el 3-3. Estaban muertos!”.

Su buen rendimiento en Fénix y en la selección, llevó a que Mallorca de España se interesara en su ficha, y allá se fue.

“Ya no sentía el cimbronazo como cuando pasé de Florida a Montevideo, porque tenía más experiencia. Convivía con el Chino (Recoba), con Darío Rodríguez, con Forlán –quien jugaba en Manchester United–, con Zalayeta, todos en la selección. Cuando llegué a Mallorca, ya tenía más idea de lo que jugaba y eso te lo da el oficio. Tenía a los argentinos Leo Franco –de golero–, y el colorado Lussenhoff, entre otros”, dice.

Inés Guimaraens

Martín Ligüera dejó un gran recuerdo en Nacional y en Fénix

Y continúa: “No me fue bien futbolísticamente, me costó adaptarme, no me sentí cómodo, aunque es una ciudad hermosa”.

Allí también tuvo como compañero al camerunés Samuel Eto’o, del que tiene un buen recuerdo.

“Marcaba la diferencia y lo agarré en el año previo a que se fuera a Barcelona. Ganaba los partidos solo. Estábamos peleando el descenso y en las últimas cuatro fechas hizo como cinco o seis goles y nos salvó. Él sabía que era el mejor, pero siempre defendía al grupo”.

Llegaría luego su segundo pasaje por Nacional en 2004, y con el que salió campeón uruguayo por primera vez en 2005.

En el primer equipo, apareció un chiquilín que aún no deslumbraba: era Luis Suárez.

Martín Ligüera celebra un gol en su segundo pasaje por Nacional, junto a Sebastián Abreu e Ignacio La Luz

“Debutó ahí, jugamos algunos partidos juntos, pero la empezó a romper cuando yo me fui a San Luis, en México”, comienza hablando del notable goleador.

Y así prosigue: “Cuando era gurí, se iba conmigo a las prácticas. Yo lo llevaba de ida y de vuelta, porque por edad, no podía manejar ya que no tenía la libreta. Una vez jodiendo le dije que comprara bizcochos, que colaborara con algo (se ríe) y la siguiente vez que lo pasé a buscar, los trajo. Creo que en aquella época yo tenía un Peugeot”.

Siguió teniendo afinidad con él y dice que cuando Luis jugaba en Atlético de Madrid y él ya era técnico, quiso ir a ver algunas prácticas, pero no para sacar conclusiones, –como van algunos entrenadores–, sino para disfrutar de una experiencia distinta.

Martín Ligüera con sus hijos, Felipe y Nicolás, junto a Luis Suárez, cuando el goleador uruguayo los recibió en Atlético de Madrid

“Son tipos que tienen memoria. La última vez que lo vi –antes de que volviera a jugar en Nacional– fue en Atlético de Madrid para ver algún entrenamiento. Fui con mis dos hermanos y mis dos hijos varones, Felipe –quien es chileno–, y Nicolás, –quien nació en Brasil–. También tengo a Juana, quien es la única uruguaya.

Nombró a San Luis, que fue su único club mexicano. Una de las cosas que más recuerda de su pasaje por allí, fue una alteración del sueño que sufría, que era el sonambulismo.

Lo cuenta: “Lo sufrí durante muchos años y por más que iba al psicólogo y veía médicos, nunca supimos por qué me pasaba. Algunas noches me levantaba totalmente dormido y no me acordaba de nada. En los hoteles, cerraba las ventanas de mi cuarto, porque tenía miedo de lo que pudiera pasar si me levantaba dormido”.

Diego Polenta levanta a Ligüera tras un triunfo ante Fénix; también aparecen Jorge Fucile y Tabaré Viudez

Y prosigue: “Estando en México, tuve un sueño que no me olvido más. Tenía 26 o 27 años. Mi señora Lucía dormía al lado mío y yo soñé que venía un centro al segundo palo y la cabeceé. Sentí un ‘crack’ por el golpe de cabezas, y no quería prender la luz, no quería ni ver lo que había pasado. Ella me pidió que la prendiera y cuando lo hice, vi que tenía las dos manos en la nuca y dije: ‘Menos mal’, porque pensé que le había roto la nariz. Por suerte, fue en la nuca y no lo sintió tanto”.

Otro festejo con la camiseta tricolor

Dice que a sus compañeros, les pedía que si lo veían levantado pero dormido, que lo despertaran. “Les contaba a todos que tenía esto y que me despertaran, no quería hacer papelones. En una concentración con Marcelo Tejera, habíamos hablado largo de este tema antes de dormirnos. Al otro día, cuando nos levantamos, me preguntó: ‘¿Vos me ahorcaste anoche? ¿Me agarraste el cuello con tus dos manos dormido?’. ‘No me jodas’, le contesté. Habíamos hablado tanto de mi sonambulismo, que hasta el día de hoy no sabemos si pasó o no (se ríe)”.

Pero poco tiempo después de aquel episodio con Lucía y “el centro al segundo palo”, de un día para el otro, esa sintomatología desapareció.

El susto del terremoto en Chile

Gerardo Pelusso, aquel que lo conocía de chico por llevar el mimbre para que su padre lo cortara a medida, lo llamó un día para saber si quería ir a Alianza Lima de Perú. Y allá se fue.

Martín Ligüera fue campeón del fútbol peruano con Alianza Lima, dirigido por Gerardo Pelusso

“Lo disfruté mucho. Primero porque estaba con Gerardo, quien me conocía de niño, y luego, porque me fue bien a mí y al equipo y fuimos campeones”, recuerda.

Retornó a Nacional con el que volvió a ser campeón uruguayo en 2008-09, y luego fue contratado por Olimpia de Paraguay y posteriormente, por Unión Española de Chile.

Dice a su vez: “donde más cómodo me sentí, fue en Chile por el fútbol que se despliega y por la calidad de vida. Un equipo que lo noté muy parecido a Nacional fue Olimpia de Paraguay”.

El fútbol de Martín Ligüera en toda su expresión se vio en Fénix

Estando en Chile, con el Cacique Alexander Medina como compañero, vivió un momento muy complicado. Santiago sufrió un terremoto muy fuerte.

Martín cuenta que “fue tremendo. Es difícil llevarlo a la realidad. Es como una película, no te da tiempo a procesar. Estaba en un octavo piso y bajé por las escaleras corriendo. Fue a las 3 de la mañana y quería levantarme de la cama y no podía por el movimiento. Abrí la puerta y vi a los chilenos con focos y dije: ‘Fah, esto es grave’. Por suerte, no nos pasó nada, pero el susto fue realmente tremendo”.

Tras un pasaje por el fútbol brasileño, en Athletico Paranaense y en Joinville, volvió a Nacional y en 2016 fue nuevamente y por tercera vez, campeón uruguayo.

En su última etapa en Nacional, la cuarta, ante Sud América

Martín logró lo que no muchos consiguieron: fue campeón uruguayo con Nacional también como técnico. Ya lo habían logrado, entre otros, Héctor “Manco” Castro, Enrique Fernández, Juan Martín Mugica, Víctor Espárrago, Hugo De León, Álvaro Gutiérrez y Gustavo Munúa.

@Nacional

Ligüera fue campeón uruguayo también como técnico de Nacional

“Si bien fue medio atípico el campeonato, por algo me lo dieron para definir a mí. Era una jugada difícil, arriesgada, y salió bien. Tengo el orgullo de ser campeón como técnico del equipo del que soy hincha”, expresa.

Como a todos en Nacional, la muerte del presidente José Fuentes, lo afectó mucho.

“Con su fallecimiento, sentí un movimiento fuerte, como sintió todo el club. Era un tipo que transmitía mucho, tenía un perfil y una seriedad muy buenas. Se sintió mucho. Una persona muy sensata, futbolera y muy presente en el club”, dice.

Diego Battiste

Ligüera como técnico de Nacional

El pasado lunes 29 de abril fue presentado como nuevo técnico de Rentistas, con el que intentará ascender a Primera. Y Maximiliano “Godzilla” Arias, excompañero suyo en Fénix, y gerente deportivo de los bichos colorados, fue gran responsable de su nombramiento.

“Maxi tuvo mucho que ver con mi llegada a Rentistas. Estuvo atrás mío cuando nadie me llamaba, estaba convencido por mi forma de ser. No fue lo único, pero es uno de los ítems del Ok a Rentistas. La charla con el responsable de la SAD también, porque me planteó algo diferente a lo que había hablado con otras personas”, explica.

Martín Ligüera cuando defendió a Mallorca de España

Y continúa: “No me quería ir de Uruguay porque quiero ver crecer a mis hijos. Me llevé una sorpresa muy linda porque dentro de lo humilde, el club tiene todo para trabajar. Godzilla siempre me decía: ‘Vos vas a ser mi técnico’, y así se terminó dando”.

Lleva siempre a entrenar a sus dos hijos varones en Náutico al baby fútbol. “Juegan un poquito más atrás que yo en la cancha. Futbolísticamente les digo poco y nada. Los aliento y nada más. No soy de esos padres que se meten en todo”.

Ligüera explica lo cómo quiere que lo recuerden: “Desde muy chico tenía claro que el día de mañana se acuerden de Martín como persona y cómo se manejó, más allá de qué gané o perdí. No sé si está bien o mal, pero lo vivo así”.

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