Juan José Campanella estrena este viernes la segunda temporada de Los enviados, un thriller místico contado en ocho capítulos, que ocurre en un pueblo de Galicia donde un grupo de fanáticos le complican la vida a los ‘investigadores’, los curas vaticanos Simón (Miguel Ángel Silvestre) y Pedro (Luis Gerardo Méndez).

España tiene una historia en el lado B de nuestra cultura de fanatismo religioso, de Inquisición, muy distinta a la visión de México (donde ocurre la primera temporada), donde el más allá es muy importante. Maman el más allá desde chicos. Acá -dice- somos más concretos, a los españoles y descendientes de españoles, nos gustan más las aplicaciones reales y la parte medio tétrica de la religión“.

Campanella, realizador argentino nacionalizado español hace casi veinte años, habla con EFE en Madrid, donde promociona el estreno de la serie, esta vez con la acción ubicada en un pueblo ficticio de Galicia donde Simón y Pedro son reclamados para averiguar qué hay de verdad en unas visiones que tiene una monja, la madre Corina (Charo Zapardiel).

Corina, que vive con sus dos hermanas también monjas (brillantemente interpretadas por Susi Sánchez y Cristina Marcos), ha logrado descifrar en una visión el paradero de una niña del pueblo desaparecida veinte años antes; a la incógnita hay que sumar que las tres son ciegas.

La alcaldesa del pueblo, Pilar (Marta Etura), está decidida a sacar del ostracismo al único lugar por el que no pasa el Camino de Santiago, pero choca frontalmente con su hermanastro, líder de un grupo de vecinos conservadores y radicales, que la amenazan continuamente. Y siendo Galicia, apunta Campanella, no pueden faltar ni las meigas ni el narco.

EFE/ Fernando Alvarado

Marta Etura

“Pero la serie no va sobre eso; aborda el fanatismo religioso, pero queríamos dar un tono distinto, tratar la religión pero en su relación con la vida cotidiana“, señala.

Cada capitulo comienza con nuevos datos en ‘flashback’ de un terrible suceso ocurrido en el pueblo en los años sesenta y que “es importante porque es el desencadenante de una historia que se ramifica a lo largo de la serie”, desvela Campanella.

Son planos brutales, en blanco y negro, que el director justifica porque “ahora, en la televisión, los tienes que enganchar rápido porque si no se te van -se ríe-, no es como el cine, que pagan la entrada y ya son tuyos, los tienes secuestrados”.

Los curas vaticanos mantienen su esencia de la primera temporada, si bien se nota que han afianzado su confianza; aquí incorporan a una hermana italiana (Assira Abbate), una ‘milenial’ que, como Simón, vive la religiosidad con un ánimo disfrutón y pegado a su tiempo.

“Desde el principio, Juan José me explicó que mi personaje tiene un pasado (…), que había estado a punto de morir por sobredosis y eso le había marcado mucho; de ahí -explica Silvestre a EFE- esa necesidad de querer ayudar al mundo”.

Al protagonista de series tan dispares y aclamadas como Sin tetas no hay paraíso, Sense8 o El corredor de la muerte, le parece que una serie de tres temporadas es la medida justa para desarrollar un personaje.

EFE/ Fernando Alvarado

Miguel Ángel Silvestre

“En la primera de Los enviados, no hubo espacio, aunque quizá (Campanella) hubiera querido contar más cosas de Simón, lo dejó para la segunda. Es lo bueno del largo recorrido, que puedes matizar muy bien las personalidades”, considera, y coincide con él Etura; ambos bromean con la posibilidad de esa tercera temporada en Roma.

Para la vasca, su alcaldesa no es de ningún partido. “Se habla de radicalismo y de conductas extremas sobre la intolerancia, que creo que son temas muy actuales e importantes sobre los que reflexionar, pero sin etiquetar ni poner color, sino con una visión mucho más amplia, y más humana que política”, considera.

Campanella recuerda que el showrunner de la idea es Emmanuel Diez, con quien trabajaba en una obra de teatro en su país, y cuenta que estuvieron años preparando la primera temporada; luego, él se ocupó de ‘lo que más le gusta’, “la confección de los personajes y de la parte más humana”.

“Me interesa muchísimo la mezcla de géneros, ya hice thriller, thriller con humor, como El secreto de sus ojos (Oscar en 2009), con mucha humanidad e historias personales dentro del género. Me atrajo mucho la idea de agregar a la serie una cosa mística, sobrenatural, que no es necesariamente es horror, pero era agregar otro condimento a este cóctel. Y me parece que salió lindo”, considera.

EFE

Exit mobile version