Sebastián Capanario está convencido: el mundo se avejenta y eso es bueno. Para el economista y periodista argentino, la idea de perseguir la longevidad de la población mundial ya no es una utopía, sino algo que inevitablemente pasará porque las métricas y los índices, esos que tanto lee por decantación profesional, así lo marcan. Y justamente por eso, y porque lo mueve un humanismo que se hace evidente cuando se habla con él, es que puede poner las manos en el fuego y decir que eso es un futuro deseable. Él aventura que será el tema con mayor impacto macroeconómico del planeta en los próximos años.
Entre supercenenarios, capacidades profesionales que llegan en etapas tardía de la vida y una disposición absoluta a volver a incluir a los adultos mayores a la conversación pública —algo que, en general, no pasa—, este también columnista de La Nación y escritor de varios libros relacionados al tema llegará a Uruguay el próximo miércoles 1° de noviembre para formar parte de una nueva edición de los Miércoles de Debate de Encuentros Life, que se desarrollan en Cultural Alfabeta.
La cita, esta vez, será con él y con la lic. en Medicina Nutricional y Psicología Clínica uruguaya Silvina Tocchetti, que discutirán varios aspectos de esta nueva expectativa por la longevidad y sus implicancias. Las entradas para el evento se pueden conseguir acá.
Y entonces, sobre personas que superan los cien años, millonarios que se desvelan por vivir más, los coletazos en el cambio climático y la demografía mundial, y lo que parece ser la última gran barrera de la humanidad —retrasar la muerte— es que va la siguiente conversación que Campanario mantuvo con El Observador.
¿Cuál es lo urgente a la hora de hablar de longevidad y los objetivos que se plantean en torno a ella: cómo llegar a ella, por qué llegar a ella, o para qué?
Creo que estamos en un momento donde todas esas variables dejan de ser excluyentes. O sea, hasta ahora uno más o menos decía “prefiero llegar a los 80 bien y no llegar mal a los 100”. Siempre estaba ese dilema. Y hoy tenemos avances científicos y hábitos saludables mucho más extendidos como para tener la expectativa de llegar a los 100 años en buen estado físico y cognitivo. Hoy en Argentina, por ejemplo, hay 15 mil personas de más de 100 años, y creo que es mucho más de lo que la gente se imagina. Es un momento que nunca habíamos tenido en la historia de la humanidad, en el cual un tercio de la población va a tener próximamente más de 60 años. Eso ya ocurre en Japón, va a ocurrir muy pronto en algunos países de Europa, en Corea, en Singapur, y va a ocurrir en la década que viene en América Latina. El continente está envejeciendo a doble velocidad de lo que envejeció Europa. Baja muchísimo la tasa de natalidad y se extiende la expectativa de vida.
La idea de que vamos a vivir más cambia muchas cosas, pero también una configuración mental de cómo estructuramos nuestra vida a lo largo de los años.
Sí, hay un cambio de mindset que tiene que ir acompañado de la conversación pública, de políticas públicas y por supuesto de una actitud individual. Hoy muchas personas de 60 o 70 años están en su pico de rendimiento laboral, por ejemplo. No puede ser que, para poner de ejemplo datos de Argentina, a un profesor universitario de 65 años lo obligues a jubilarse cuando probablemente está en su mejor momento para dar clases. No puede ser que a un ingeniero lo obligues también a dejar de un día para el otro su trabajo, con el déficit de
trabajadores de las ciencias duras que tenemos en América Latina. Lo cierto es que hoy por hoy está aumentando la edad en la cual se consiguen los mejores rendimientos en cualquier carrera. Hoy tenés edades promedio más altas para presidentes en todo el mundo. En Estados Unidos, en este momento, las dos principales figuras de los demócratas son Joe Biden y Nancy Pelosi, y ambos pasan los 80. Aumenta la edad promedio con la cual la gente consigue un premio Nobel. Aumentó 10 años en los últimos 20 la edad promedio de los roles protagónicos en Hollywood. Pasa en la ciencia, en el deporte. La situación implica una reestructuración de la mentalidad de cada uno, pero también de las políticas públicas, de los negocios, de la conversación pública, del approach de las marcas, de absolutamente todo.
¿Prolongar la esperanza de vida no podría llegar a comprometer cuestiones vinculadas a las metas frente al cambio climático o a la explosión demográfica y/o superpoblación del planeta?
Sí, hay un montón de interrelaciones con todas esas variables. Pero a nivel demográfico es probable que no lleguemos globalmente a los diez mil millones de personas, que hasta hace poco era una proyección. Se está hablando que va a ser menos porque, justamente, está bajando muchísimo la tasa de natalidad. En ese sentido, con el cambio climático es muy interesante la relación que se presenta, porque al igual que el cambio demográfico, es un problema y un desafío demasiado lento y demasiado rápido a la vez. Es lento porque no genera un incentivo de urgencia que provoque medidas rápidas en los gobiernos, en las empresas y demás. Pero son rápidos en el sentido de que vamos a ver en vida, en nuestra vida, las consecuencias, tanto del cambio climático como del cambio demográfico. A los adultos mayores el cambio climático le pega especialmente porque hay mucha gente que va a vivir después de los 70, 80 años, y que se mudará a zonas costeras, mediterráneas, que suelen ser los lugares de retiro y también los más afectados por el cambio climático. En ese sentido, lo que sucede es que hoy por hoy en la planificación del retiro en países desarrollados, además del tema financiero, que es ver cuánto dinero vas a necesitar si dejas de trabajar a los 70 para que te dure hasta los 90 o 100 años, también se incluye la variable climática. O sea: cuánto vas a tener que pagar de seguro para que no se te inunde la casa, por ejemplo.
La penetración de la búsqueda de la longevidad se evidencia también en los emprendimientos de millonarios como Jeff Bezos, que tiene varios proyectos que la persiguen. Es como si, ahora que la “barrera del espacio” se rompió para los privados, estos magnates estén buscando “quebrar” la muerte.
Hace un tiempo una persona me decía que si sos un multimillonario de Silicon Valley y ya tenés diez mansiones y quince Ferraris, lo que te queda es invertir en un laboratorio, y de hecho este año se publicó una historia en Bloomberg que tuvo mucho impacto de un multimillonario que gasta dos millones dólares de forma regular en terapias de longevidad extrema, que involucran por ejemplo transfusiones de la sangre de su hijo adolescente a él y otras cosas super raras. Hay de eso, hay un montón de eso, pero me parece que lo interesante de esta época también es que hay un montón de hábitos saludables que se van sumando que no son caros y que contribuyen a la longevidad. Estar más en movimiento no es caro, te lleva tiempo pero no implica gastar mucho dinero. Comer mejor, comer menos carne es más barato que comer más. Meditar es gratis, respirar bien es gratis, hay un montón de cosas que se están incorporando que son muy igualitarias. Por eso la divulgación de estos temas tiene que ser algo que tienda a la igualación. Yo creo que hay una parte enorme de la agenda de bienestar que no es elitista, sino todo lo contrario.
En términos etarios, ¿cuál es la meta que se está persiguiendo?
Eso es muy subjetivo, porque para cada uno es distinto el momento en el que uno se considera adulto o viejo. Hay un matemático inglés que hace unos años llegó a una fórmula que marcaba que la raíz cuadrada de tu edad, multiplicada por 8, te daba la edad que entendías por vejez. Por ejemplo, a los 9 años el resultado es 24 y tiene lógica. Según esa ecuación, a los sesenta y cuatro años el resultado se iguala, o sea: a los sesenta y cuatro años es el momento en el que la percepción de que sos viejo coincide con la edad que tenés. Pero, en realidad, sigue siendo un fenómeno completamente subjetivo. De hecho, hace pocos años hubo un debate en Holanda porque un holandés que tenía sesenta y nueve años quería cambiarse el documento legal para tener cuarenta y nueve, y lo que argumentaba es que si vos hoy te podés autopercibir varón o mujer y cambiar tu documento de acuerdo al género que prefieras, con la edad tenía que pasar lo mismo. La corte suprema se lo negó, pero es una discusión interesante. De todos modos, volviendo a la pregunta, es muy difícil superar el récord de edad que hoy existe, y que es de 122 años. Ese récord lo tiene una ciudadana francesa, que murió en 2017 y se llamaba Jeanne Calment. Porque si bien está aumentando mucho el promedio de edad, los 120 años es todavía una frontera muy difícil de pasar. Es lo que se llama la barrera de los supercentenarios. Solamente un 2% de la gente que llega a los 100 años, llega a los 110. Y si vos hoy buscás la gente más adulta del mundo, no hay tantos por encima de esa edad, y son casi todas mujeres.
¿Esta búsqueda de la longevidad también implica poner un foco en una etapa de la vida usualmente denostada?
Hay una caja negra de prejuicios vinculada a los adultos mayores. De hecho, me parece que hubo mucha revolución inclusiva en temas de género y en otras áreas, pero la discriminación etaria en algún punto está socialmente aceptada. Todavía seguimos viendo títulos en los medios, o estrategias de marcas, entre otras cosas, que hablan despectivamente de la gente adulta. Por suerte cada vez menos, pero sucede. Cuando empecé a trabajar a los 20 y pico en Clarín había un suplemento que se llamaba Palabras mayores, que era Siberia, el lugar en el que nadie quería trabajar y tampoco nadie quería salir. Yo trabajaba en el suplemento económico y recuerdo que los chicos que escribían ahí me contaban que no podían conseguir que un actor o una actriz aceptara ser entrevistada porque decían que los tiraba muy abajo, que les bajaba el precio. Creo que ahora hay un cambio muy grande respecto a eso. Hace un par de meses escribí una nota de personas de más de 70 años que se están anotando en la Universidad. Me llegaron decenas de datos de personas de más de 80 años que están completando la carrera de matemática en la universidad de Buenos Aires, por ejemplo.
Estudiar estos temas y cubrirlos, pensar en que las personas podamos vivir tanto, supongo que en algún punto implica tener una necesaria esperanza en la humanidad, en que vale la pena ser humanista.
Sí. De hecho se suele hablar de longevidad positiva, y me parece que lo interesante de esta nueva agenda es que ve el vaso medio lleno y todas las oportunidades que implica, que son enormes a nivel macroeconómico. Este es un tema de mayor impacto macroeconómico que el de la automatización del trabajo, y se habla cien veces menos. Además, debería ser un tema más personal, porque creo que es fundamental que tengamos empatía con nuestro yo futuro. Creo que tenemos que reconciliarnos con esa imagen futura porque, bueno, la mayoría vamos a llegar ahí. Es como ese chiste que dice: la vejez tiene sus contras, pero la alternativa es peor.