Podrá ser española y todo lo que quieran —formalmente lo es—, pero en Uruguay es evidente que sentimos a La sociedad de la nieve como propia. Es una historia uruguaya, se escuchan los acentos del país —aunque buena parte de sus protagonistas sean argentinos— y, en algún punto, provocó una suerte de reconciliación con un hecho nacional frente al que buena parte de los orientales, en algún punto, estaban un poco cansados. Por utilizar un eufemismo.

Por eso la posibilidad de que esté nominada a un Oscar, o a varios, tiene un gusto especial.

Actualmente la película está postulada a Mejor película internacional por España y logró meterse en la lista corta de las películas seleccionadas. El próximo martes 23 se sabrá si finalmente será nominada entre las cinco candidatas finales o no. Por otro lado, la película también puede llegar a estar entre las nominadas a Mejor maquillaje, Mejor música original y en la categoría de Efectos especiales. Quizás, si tiene suerte, a alguna categoría más.

En ese sentido, el entusiasmo puede entenderse. En Uruguay no hemos tenido demasiado vínculo con el mayor premio de Hollywood, pero sí hay algún que otro escarceo que vale la pena rescatar. Y tenemos una estatuilla, por supuesto. Y la enumeración de nuestros logros dorados, entonces, comienza con él, con Jorge y la luz al otro lado del río.

El Oscar a Mejor canción original para Jorge Drexler

Febrero de 2005. Nuestro máximo momento oscarizado-hollywoodense, el momento en que Jorge Drexler se cobró su venganza contra la Academia por no dejarle cantar sobre el escenario su propia creación, Al otro lado del río, que había compuesto para la película Diarios de motocicleta y que estaba nominada a Mejor canción ese año.

Jorge Drexler con su Oscar

Drexler tuvo que fumarse a Antonio Banderas destrozando su tema junto a un Carlos Santana que no paraba de improvisar a destiempo con la guitarra eléctrica, pero cuando subió al escenario a buscar su premio, la única estatuilla dorada que ha ganado Uruguay hasta el momento, entregó uno de los mejores discursos de aceptación de todos: cantó un ratito a capella y después “chau, thank you, gracias, chau”. Ah, y se hincó ante un Prince un poco incómodo que le pasó el Oscar y se fue por la puerta de atrás.

La película uruguaya que en realidad no era uruguaya y fue descalificada

En 1993 pasó algo curioso: una película “uruguaya” fue nominada y luego retirada de la lista oficial. En ese momento los procesos de selección eran un poco más laxos y el cineasta Adolfo Aristarain, uno de los más célebres del cine argentino, quedó un poco enojado de que no eligieran su película Un lugar en el mundo como la respresentante de su país. Así que la presentó como uruguaya. ¿Cómo lo hizo? Apelando a un vacío legal que supuestamente se lo permitía al ser su esposa, uruguaya de nacimiento, una de las guionistas y también encargada de la dirección de vestuario del filme.

Un lugar en el mundo

Lo que pasó fue que, ya nominada en la terna y disimulado el “engaño”, un periodista madrileño descubrió la situación y la Academia retiró la película. Aristarain se quejó y quiso demandar a la institución por “incumplir el contrato”, pero no hubo caso: Un lugar en el mundo, que en realidad era una cinta argentina, quedó afuera de la convocatoria. La Academia acomodó un poco sus reglas y, se supone, esas cosas ya no pasan más.

Los votantes uruguayos de la Academia

Podemos decir que, en algún sentido, estamos “cerca” de la Academia con los uruguayos que, por estar nominados o por haber sido invitados, son parte de la Academia y pueden votar cada año por sus candidatos favoritos. Actualmente son seis los que pueden hacerlo: Drexler, por haber sido ganador de la estatuilla, el cineasta César Charlone, los directores de fotografía Bárbara Álvarez y Pedro Luque —que, casualidad o no, es director de fotografía de La sociedad de la nieve—, y los productores Fernando Epstein y Mariela Besuievsky. 

Pedro Luque

La noche de 12 años y la sensación del casi casi

La última vez que la posibilidad de que Uruguay alcanzara algún tipo de nominación fue más o menos factible fue con La noche de 12 años, la película de Álvaro Brechner que adaptó Memorias del calabozo, el libro de Eleuterio Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, en 2019.

La noche de 12 años

En realidad no hubo nunca ninguna certeza de que fuera a estar nominada a Mejor película internacional, al margen de ser la postulada por Uruguay en un trámite que se hace año a año en todos los países con cinematografía formada, pero por el presupuesto que manejó, el tipo de historia que contaba, el peso de las figuras representada —era una película con José Mujica como personaje, ni más ni menos—, la aclamación de la crítica y el público, la presencia de Netflix y los actores de primera línea —Chino Darín, Antonio de la Torre, entre otros— parecía que podíamos arañar la nominación. No pasó. Y seguimos esperando.

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