La entrevista que los primos Adolfo y Eduardo Strauch Urioste, y Daniel Fernández Strauch, tres de los 16 sobrevivientes de la Tragedia de los Andes, le concedieron al conductor Jordi Évole en España sigue generando titulares y repercusiones. Emitida el pasado domingo en La Sexta, los cortes del programa con los Strauch en los que contaron cómo se encargaron de los cuerpos para alimentarse de ellos fueron algunos de los que circularon en las redes, pero también sorprendieron aquellos donde revelaron algunos detalles más desconocidos de los 72 días que pasaron en la montaña. Entre ellos, algunas situaciones que se dieron con los expedicionarios que dejaron al grupo para buscar una salida de aquel lugar: Fernando Parrado y Roberto Canessa.

“¿En qué momento deciden que hay que elegir a unos expedicionarios que, en nombre de todos, vayan a encontrar a alguien para explicarles que están vivos?”, pregunta Jordi Évole en uno de los momentos de la entrevista a los Strauch. 

“No se decide quiénes, ocho se anotaron. Y los empezamos a mandar a ejercitarse cuando estaba nevando, porque necesitabas resistencia física y mental. Si tu mandabas tres expedicionarios y uno por la mitad se cansaba o se ponía a llorar, ¿qué pasaba? Fracasaba todo”, explicó Daniel Fernández Strauch.

Luego, los primos comenzaron a relatar que se empezó a generar una suerte de casta entre los sobrevivientes, y que aquellos que iban a emprender la misión “tenían privilegios”.

Podían comer lo que quisieran, dormir en el mejor lugar. Todo lo que quisieran. Si yo tengo un caballo de carrera y quiero que gane la carrera, le doy todo lo que quiera. Si quiere más alfalfa, se la doy”, aseguró Adolfo Strauch, a lo que su hermano Eduardo agregó que el resto se las arreglaba con su ración diaria.

Ellos pasaron a ser una casta privilegiada. Y había que controlar el abuso de los expedicionarios sobre el resto del grupo“, agregó Daniel Fernández.

“¿El abuso en qué sentido?”, le consulta Évole.

“Los presionaban por lugares. ‘Quiero dormir acá, dame esos zapatos, dame esto'”.

“Una de las funciones básicas nuestras era tratar de mantener el equilibrio. Había roces y había que armonizar”, zanjó Adolfo Strauch.

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