El entierro del opositor ruso Alexéi Navalni resulta cuestión de Estado para Vladimir Putin al no permitir que su tumba se convierta en el centro de una manifestación masiva. Las autoridades de Moscú redoblaron sus presiones sobre la madre del disidente, Liudmila Navalnaya, para que acepte la inhumación que planea el Kremlin.

De lo contrario, el cuerpo de Navalny será sepultado en el interior de la cárcel del círculo polar Ártico a la que fue trasladado poco antes de fallecer repentinamente, el pasado viernes, a los 47 años.

“Uno de los miembros de la investigación llamó a la madre de Alexéi y le dio un ultimátum. O acepta un funeral secreto sin despedida pública en tres horas, o Alexéi será enterrado en la prisión”, dijo quien fuera portavoz del disidente, Kira Yarmish, en X. “Ella se negó a negociar con el Comité de Investigación”, agrega la jefa de comunicación de Navalny.

Navalny murió en la colonia penal IK-3 de Jarp, casi 2.000 kilómetros al noreste de Moscú, en el círculo polar Ártico.

La madre del enemigo político de Vladimir Putin llegó el día siguiente para reclamar el cuerpo de su hijo, pero las autoridades le vetaron el acceso a la morgue durante seis días, hasta el jueves.

Una vez allí recibió el certificado de defunción de su hijo y una advertencia para que aceptase un funeral sin ni siquiera la presencia de la familia: “El cuerpo se descompone”, dijo a Navalnaya uno de los miembros de la investigación.

La madre del disidente rechaza negociar con el Comité de Investigación porque “no está autorizado a decidir cómo y cuándo puede ser enterrado su hijo”, según subrayó Yarmish el viernes.

“Demanda que se cumpla la ley, acorde a la cual los investigadores están obligados a entregar el cuerpo dos días después de establecer la causa de la muerte. Según los documentos firmados, ese plazo expira este sábado 24”, agregó la portavoz del opositor.

La madre de Navalny, recalca Yarmish, “insiste en que las autoridades permitan que el entierro y su funeral se celebren de acuerdo con las costumbres”.

A este pedido se unieron varias figuras públicas rusas desde que Navalnaya denunciase estar siendo “chantajeada” por las autoridades.

Además, muchos de ellos recuerdan que Putin presume de ser un paladín de la familia y los “valores tradicionales”. “Es incómodo hablar de esto en un país que todavía se considera cristiano. Simplemente, denle a Liudmila su hijo”, exigió el periodista y premio Nobel de la paz Dmitri Muratov. “Son sádicos y actúan a sangre fría”.

Más duro fue el científico Ilia Kolmanovski desde Londres: “Putin mató a Navalny y ahora se burla de su madre y de todos nosotros amenazando con destruir su cuerpo. Este Estado no tiene miedo de nada”.

A este clamor también se unieron más de 1.750 sacerdotes y creyentes en una carta abierta en la que piden al Kremlin “misericordia y compasión” con “la madre, esposa, hijos y seres queridos de Navalny”.

“Incluso Poncio Pilatos no interfirió con la liberación del cuerpo de Cristo y su entierro. No sean más crueles que Pilatos”, dice la declaración. El círculo de Navalny filtró que la versión oficial de la autopsia establece que falleció “por causas naturales”, aunque el entorno del opositor está seguro de que Navalny, que fue envenenado con el agente químico novichok en 2020, fue asesinado.

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