España y la Unión Europea rinden homenaje este lunes a las 192 víctimas de 17 nacionalidades asesinadas hace 20 años en un atentado con bombas en Madrid, el primero de una serie de grandes ataques islamistas en Europa.

La ceremonia oficial, que presidirán los reyes de España, Felipe VI y Letizia, comenzará a las 11H15 GMT, en la Galería de las Colecciones Reales, un museo al lado del Palacio Real, en el centro de la capital española.

El acto de este lunes, Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo, está organizado por la Comisión Europea.

El 11 de marzo de 2004 (11-M), diez bombas con temporizadores colocadas en cuatro trenes suburbanos con destino a la estación de Atocha estallaron con unos minutos de intervalo, causando 192 muertos y casi 2.000 heridos, en el atentado yihadista más sangriento del siglo XXI en Europa.

La capital española se hundió en el caos, mientras los actos de solidaridad aparecieron por doquier, con taxis movilizándose para transportar a los heridos a los hospitales o vecinos que salieron para ayudar a los afectados.

Enfrentada desde hacía años a la sangrienta campaña de la banda separatista vasca ETA, España estaba habituada a los atentados, pero el del 11-M superó cualquier magnitud previa.

Los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos, que dejaron cerca de 3.000 muertos, habían tenido lugar dos años y medio antes, pero en Europa no se pensó inmediatamente como responsable en Al Qaida, la organización dirigida por Osama bin Laden.

 

Desinformación

 

 

El atentado en Madrid se produjo en un ambiente político caldeado, en la recta final de una campaña electoral hacia unas legislativas previstas tres días más tarde.

En ese momento, el Partido Popular (derecha) del presidente del gobierno saliente, José María Aznar, era favorito frente al Partido Socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.

Un año antes, España se había unido a Estados Unidos para participar en la invasión del Irak de Sadam Husein, pese a la oposición de la opinión pública.

Bin Laden amenazó con represalias a los países que intervinieron en esas acciones.

Una vez ocurrido el atentado, el gobierno de Aznar acusó a ETA de estar detrás de la masacre, y siguió insistiendo en ello pese a acumularse indicios de que tenía naturaleza yihadista.

La hipótesis de ETA se desinfló rápidamente. Los investigadores localizaron tres bombas en mochilas que no explotaron, que los pusieron sobre la pista de los autores, y la misma noche del drama descubrieron siete detonadores y una grabación de versículos del Corán en una camioneta robada en Alcalá.

Dos días más tarde, se encontró una cinta de video en la que Al Qaida reivindicaba los ataques en “respuesta” a la participación de España en la guerra de Irak.

Aún sin existir todavía las redes sociales, las dudas sobre la versión oficial del gobierno se propagaron rápidamente y se produjeron masivas manifestaciones de repulsa en todo el país.

El domingo 14, los españoles votaron masivamente y le dieron la victoria a los socialistas, un triunfo explicado en buena parte por la mala gestión de comunicación de la catástrofe por la derecha, según observadores.

 

Tres condenados siguen en prisión

 

Tres semanas después del atentado, siete miembros del comando que puso las bombas se inmolaron con explosivos cuando estaban cercados por la policía en su apartamento de Leganés, en las afueras de Madrid. 

En la deflagración murió un policía, considerada la víctima 193 del 11-M

Después de tres años de instrucción, otros 29 acusados, varios de ellos marroquíes, fueron juzgados en un largo proceso en 2007. 

Tras el proceso y las posteriores apelaciones, la justicia española condenó a 18 personas.

A veinte años del atentado, solo tres personas siguen en prisión, dos marroquíes y un español que suministró los explosivos.

Estarán tras las rejas en principio hasta 2044.

Con información de Agencias

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