Hace unos días, cientos de seguidores de Mike Tyson hicieron fila en dispensarios de Nueva York para tener la oportunidad de conocer a uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos y, además, apoyar su más reciente proyecto comercial: vender marihuana en su estado natal.
Con el reciente lanzamiento de su línea Tyson 2.0, el deportista retirado, de 57 años, se convirtió en el recién llegado más visible de la ola de celebridades en la industria del cannabis en el estado.
Aunque actores, atletas y músicos lucran con la marihuana a través de líneas de productos y acuerdos de patrocinio durante la última década, a medida que la legalización se fue extendiendo por Estados Unidos, la marea apenas está subiendo en Nueva York.
Y Tyson es uno de los nombres más importantes en poner a prueba hasta qué punto la fama puede movilizar una marca en un mercado que se perfila como uno de los más grandes y competitivos del mundo, según consigna un artículo de The New York Times.
En el dispensario Conbud, en el Lower East Side, Tyson saludó a sus admiradores con apretones de mano y abrazos mientras estos compraban artículos de una selección de flores fumables empaquetadas con nombres como Tiger Mintz y Knockout OG.
Ladró juguetonamente mientras posaba con una perra llamada Dottie y su dueño y elogió a una mujer que, en contra del consejo de sus hijos, vestía una camiseta con la leyenda “Chrithmith”, la cual se burlaba del ceceo del exboxeador.
En unas pocas horas, el par de dispensarios que presentaron su marca de cannabis en Nueva York habían vendido más de US$ 40.000 de su flor y ampliado su presencia en un mercado dominado por competidores ilegales.
Y eso sin contar las populares gomitas con la forma de la oreja de Evander Holyfield, la cual Tyson mordió durante un combate de 1997, una de las apenas seis peleas que perdió.
“Al cannabis le está yendo increíble”, aseguró Tyson en una entrevista. “No se puede ni creer”.
Al presentar su nuevo lanzamiento como una especie de regreso a su estado natal, Tyson, quien nació y creció en Brooklyn, se unió a otros neoyorquinos que apuestan por su autenticidad como locales.
Entre ellos se incluyen Method Man, miembro del influyente colectivo de hiphop conocido como Wu-Tang Clan, y Abby Rockefeller, ecologista y descendiente de una de las familias más poderosas de Estados Unidos. Rockefeller es una de las mayores inversoras en Hudson Cannabis, el productor que cultiva la marihuana de Tyson en la granja Rockefeller en el valle del Hudson.
Las marcas de cannabis respaldadas por nombres prestigiosos tuvieron una recepción dispar. Aunque tienden a vender más que las marcas tradicionales, no llegan a competir con las marcas más importantes que venden millones de dólares en marihuana cada mes.
En California, el mercado más grande del país, sólo nueve de las 30 marcas más vendidas pertenecen a celebridades o están respaldadas por ellas, incluidas Tyson 2.0; Houseplant, del actor Seth Rogen, y Mirayo, del músico Carlos Santana, según Headset, una firma de datos especializada en cannabis.
Mitchell Laferla, uno de los analistas de la firma, dijo que lo que en última instancia impulsa a los consumidores en mercados más nuevos como Nueva York es el valor y ahí es donde las marcas respaldadas por celebridades tienen problemas.
Los consumidores que más gastan buscan la mayor potencia al precio más bajo y las marcas de famosos varían en calidad, pero generalmente tienen un precio más alto. En California, el costo promedio de una bolsa de flores de 3,5 gramos cuesta alrededor de US$ 23,14, mientras que Tyson 2.0 se vende por alrededor de US$ 28,44, una diferencia del 23%.
El éxito de Tyson 2.0 se puede atribuir al enfoque interactivo del exboxeador con los clientes y su empresa, la agresiva expansión del negocio a nuevos mercados como Nueva York y Maryland, así como la calidad de sus productos, afirmó Laferla. “Tu nombre puede hacer que alguien lo pruebe una vez”, dijo. “Pero tu marca y la calidad de tu producto es lo que hará que la gente regrese”.
Yuvraj Singh, presidente y director ejecutivo de Strain Stars, en Long Island, dijo que los clientes están regresando a comprar más marihuana de Tyson. Sus clientes compraron US$ 30.000 en flores Tyson 2.0 el primer día que salió a la venta, y la línea de cannabis ya es una de las cinco más vendidas de la tienda.
“Se corrió la voz de que su efecto es un subidón muy agradable y limpio”, mencionó. Coss Marte, copropietario y director ejecutivo de Conbud, dijo que su dispensario también tuvo clientes que regresaron por más, tras vender US$ 10.000 de Tyson 2.0 en una hora, aproximadamente lo que el dispensario suele ganar en un día.
Tyson enfatizó el papel terapéutico del cannabis en su transformación de impetuoso campeón de boxeo a empresario disciplinado. En una entrevista relató que, hace menos de 10 años, estaba en la quiebra y luchaba contra una adicción a la cocaína.
Ahora, posee una de las marcas de cannabis de celebridades más exitosas del país. Tyson afirmó que su objetivo es solidificar su legado como pionero en el cannabis. “Eso es más importante para mí que ganar dinero”, declaró.
Tyson nació en la pobreza en Brooklyn antes de descubrir su talento para el boxeo en un reformatorio al norte del estado. Rápidamente se convirtió en un fenómeno adolescente y con el tiempo terminaría ganando 50 de sus combates profesionales, la mayoría por nocaut.
Reveló su adicción a la cocaína en 2014 y le atribuye al cannabis el mérito de ayudarlo a desintoxicarse. Ahora vive en Las Vegas y es dueño de una finca de cannabis en California. Su historia personal atrae a muchos de sus fanáticos, quienes parecen ansiosos por apoyarlo.