El papa Francisco celebró este jueves la misa Crismal con la que se abre el llamado Triduo pascual de la Semana Santa, y en su larga homilía pidió a los sacerdotes liberarse de egoísmos y ambiciones y que perdonen siempre y lloren por los demás.
En los días pasados, el papa había preferido no leer los discursos preparados pues se cansaba debido a algunos problemas respiratorios, pero en esta ocasión pronunció la larga homilía sin problemas.
El pontífice reflexionó sobre la necesidad de “la compunción y las lágrimas” en los miembros de la Iglesia porque “quien se compunge de corazón se siente más hermano de todos los pecadores del mundo, sin un atisbo de superioridad o de aspereza de juicio, sino con el deseo de amar y reparar”
Y agregó que “otra característica de la compunción es la solidaridad, pues un corazón dócil, liberado por el espíritu de las Bienaventuranzas, se inclina naturalmente a hacer compunción por los demás; en vez de enfadarse o escandalizarse por el mal que cometen los hermanos, llora por sus pecados”.
“Queridos hermanos, a nosotros, sus Pastores, el Señor no nos pide juicios despectivos sobre los que no creen, sino amor y lágrimas por los que están alejados. Las situaciones difíciles que vemos y vivimos, la falta de fe, los sufrimientos que tocamos, al entrar en contacto con un corazón compungido, no suscitan la determinación en la polémica, sino la perseverancia en la misericordia”, agregó.
Y a los sacerdotes indicó: “Cuánto necesitamos liberarnos de resistencias y recriminaciones, de egoísmos y ambiciones, de rigorismos e insatisfacciones, para encomendarnos e interceder ante Dios, encontrando en Él una paz que salva de cualquier tempestad. Adoremos, intercedamos y lloremos por los demás”.
AFP
En la misa del Jueves Santo se conmemora la institución del sacramento del orden sacerdotal por Jesucristo durante la Última Cena
El papa también quiso agradecer a los sacerdotes, “por sus corazones abiertos y dóciles; gracias por sus fatigas y sus lágrimas” y “por llevar la maravilla de la misericordia de Dios a los hermanos y a las hermanas de nuestro tiempo”.
En la misa del Jueves Santo se conmemora la institución del sacramento del orden sacerdotal por Jesucristo durante la Última Cena y está dedicada a la renovación por parte de los sacerdotes de los votos de pobreza, castidad y obediencia, por lo que en la ceremonia participaron sobre todo los curas de la diócesis de Roma.
Además durante la ceremonia también se bendicen los óleos de los catecúmenos, el de los enfermos y del crisma, que se utilizan durante el año para los bautismos, confirmaciones y unción de los enfermos y Francisco también bendijo las tres ánforas de plata con estos que serán utilizados en las celebraciones vaticanas.
Francisco también presidirá el Vía Crucis del Viernes Santo frente al Coliseo romano, y que se saltó el año pasado debido al frío ya que se estaba recuperando de una bronquitis, el Sábado Santo celebrará la Vigilia Pascual y el domingo en la plaza de San Pedro oficiará la Misa de Resurrección y la bendición urbi et orbi.
Con información de EFE