Al mundo entero le cuesta asimilar que casi 30.000 personas hayan muerto en el territorio palestino en casi cinco meses de guerra entre Israel y Hamás, según datos del movimiento islamista, aunque los datos podrían aumentar debido a la cantidad de personas que yacen sepultadas bajo los escombros de los bombardeos.
La guerra es, con una impresionante diferencia, la más mortífera de las cinco que enfrentaron a Israel con Hamás, en el poder en Gaza desde 2007, superando el balance de la de 2014, en la cual murieron 2.250 palestinos.
“Es imposible predecir cuántos muertos habrá al final del conflicto, de la misma manera que intuir cuándo terminará la guerra”, dice a la agencia de noticias AFP la maestra Iman Musallam, de 30 años, desplazada de la guerra que pudo albergarse en un edificio de las Naciones Unidas (ONU) convertido en refugio en Rafah, una ciudad en el extremo sur de la Franja.
Y si bien esos datos son aún impredecibles, lo que si queda claro es lo que señala el profesor de ciencias políticas de la Universidad de Gaza Ahmed Orabi a AFP: “Estas innumerables tragedias y sufrimientos tendrán consecuencias desastrosas para los palestinos durante generaciones”.
AFP
Este marte, la ONU consideró creíble el anuncio realizado por el Ministerio de Salud de Hamás: 96 personas murieron en los ataques realizados entre la noche del 26 y la madrugada del 27, lo que eleva el balance a 29.878 muertos y 70.215 heridos desde el 7 de octubre, alrededor del 70% de ellos, mujeres y niños.
El conflicto se desencadenó el 7 de octubre cuando comandos islamistas mataron a unas 1.160 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a unas 250 en el sur de Israel, según un balance en base a datos oficiales israelíes. Como represalia, Israel lanzó una ofensiva aérea y terrestre masiva contra el territorio palestino, donde los cementerios están llenos y ya no hay suficientes bolsas para envolver los cadáveres.
Tanto que los partes de las agencias de noticias destacadas en la región señalan que los gazatíes entierran a sus muertos como pueden. AFP señaló que un agricultor inhumó a sus tres hermanos y a sus cinco hijos en su plantación de cítricos, y que, en otro lugar, la población cavó una fosa común en un campo de fútbol.
El profesor Orabi dice que “a los ojos de los palestinos, el enorme número de mujeres, niños y ancianos muertos no deja ninguna duda de que se trata de masacres.
La población es víctima de bombardeos aéreos, del fuego de artillería y de los francotiradores, ataques que devastaron vecindarios enteros y obligaron a huir a muchas familias, a menudo con lo que llevaban puesto. Apenas sobreviven gracias a la solidaridad de familiares o de desconocidos, en un territorio de unos 40 kilómetros de largo y 10 de ancho, sometido a un estricto asedio israelí, pero, como señala la ONU, más del 70% de los 2,4 millones de habitantes de Gaza fueron desplazados por la guerra y la población está amenazada de hambruna.
A ello, se suma la ofensiva terrestre israelí en Rafah, una zona con casi un millón y medio de personas, el 80% desplazados por la guerra.
Por su parte, en Israel la atención sigue centrada en las víctimas del ataque islamista del 7 de octubre, sobre todo en el destino de los 130 rehenes secuestrados que siguen en manos de Hamás, 30 de los cuales habrían muerto.
Si bien el Ministerio de Salud de Hamás no divulga el número de muertos entre sus combatientes, el ejército israelí los evalúa en unos 10.000 y cifra en 240 sus propias bajas en la ofensiva. Pero entre las víctimas civiles también figuran periodistas de trabajan en Gaza para informar sobre la guerra. El Comité para la Protección de los Periodistas considera que al menos 88 profesionales de los medios murieron desde el 7 de octubre.
Mientras tanto, el personal de los hospitales, agotado y carente de todo tipo de suministros para cumplir sus tareas, a veces tiene que usar camiones de helados para guardar los cuerpos antes de los entierros.
(Con información de AFP)